Jorge Linares inicia su temporada pugilística del mismo modo del que terminó la anterior. O peor. Ahora ha sido derrotado en el segundo asalto, frente a aquél fatídico combate del pasado mes de octubre ante Antonio De Marco, quien lo finalizó en el décimo primero. Y es que de aquellos polvos, estos lodos. Una promesa que apuntaba a lo más alto se difumina como humo de cigarro.
Esta nueva caída ante otro mexicano, Sergio Thompson, deja tocado al ‘Niño de Oro’ y a su séquito. Su rival era un duro pegador que tiene dos ladrillos por puños y, sabedor de ese don, lo utiliza como arma principal de su escaso repertorio. Nadie duda sobre quién era el favorito. Se trataba de una eliminatoria que buscaba vender la esperada revancha entre Linares y su verdugo De Marco.
Una vez más, el boxeo se presenta como una ciencia inexacta en la que una cosa es pelear sobre el papel y otra sobre el tapiz. Y ahí es donde está fallando el venezolano en sus últimos encuentros. Su fracaso ante De Marco parece no haberse digerido todavía, han pasado 5 meses de aquello pero quizá se necesitaban más. El encuentro ante Thompson ha resultado ser una huida hacia delante.
Sus deficiencias siguen a la luz. Este no es el mismo ‘Niño de Oro’ que encandilaba a propios y extraños desde sus peleas en Japón hasta su lucimiento en tierras americanas. Su fichaje por la promotora del poderoso Óscar De La Hoya, Golden Boy Promotions, su entrenador Freddy Roach, el ambiente de estrella que le envuelve… quizás han contribuido a distraerle de su cometido.
Cuando se quiere encontrar a la estrella del mañana, en ocasiones se suele poner demasiada presión o halagos en luchadores que, teniendo los ingredientes para ser lo que de ellos se espera, resultan perjudicados por creerse lo que todavía no son. Caso aparte merece el asunto del ‘mejor entrenador del mundo’ Roach, quien más allá de Pacquiao no logra grandes frutos con su cuadrilla.
Algunas voces se alzan sugiriendo el retiro. ¿Estamos locos? Este ex campeón pluma y superpluma tiene 26 años, una buena pegada y mejor técnica que sería una lástima desaprovechar, tanto para él como para los aficionados. Está claro que se encuentra en un bache del que debe salir, y en esta labor deben tener un papel decisivo su equipo y entrenador, demostrando lo cierto de su valía.
Jorge Linares tiene todo para ser un gran campeón en resultados y también por su calidad y estética que lo hacen diferente. Hemos oído tantas veces que los auténticos campeones son aquellos que siempre se levantan tras la caída que parece una frase vacía, pero nada más lejos, es la realidad. Fácil de decir, difícil de hacer. Linares tiene madera de campeón, así que ya sabe lo que toca.