En el mundo de los negocios casi nada ocurre por casualidad. El pasado sábado en Las Vegas tuvo lugar uno de los mayores robos en la historia del boxeo, lo cual, por desgracia, no es novedad, pero sí lo es la importancia de la víctima. Manny Pacquiao fue atracado a mano desarmada ante multitud de testigos atónitos ante aquella broma de mal gusto. Pero de broma, nada.
Las puntuaciones, en determinadas circunstancias, suelen favorecer ‘al de casa’, al chico del promotor influyente, a la estrella mediática, al campeón… pero esta vez no. Una de las mayores estrellas del deporte mundial ha sido perjudicada de forma contundente. ¿Por qué? Las dos últimas peleas del ‘Pacman’ han terminado con polémica por culpa de las decisiones de los jueces.
¿Acaso estos han querido compensar? Además de lo injusto que sería subsanar un error con otro, no creo que este gremio haya sido tan sensiblero para sentirse tan ofendido como para llegar a tal punto. La pelea con Juan Manuel Márquez fue igualada y el resultado, aunque discutible, dista años luz de ser un robo. No obstante, se hablaba de una cuarta pelea, ahora ya descartada.
La revancha con Tim Bradley será el 10 de noviembre, de este modo Pacquiao evita un nuevo episodio con el incómodo mexicano y aplaza, aún más, una posible confluencia con Floyd Mayweather, quien en cumplimiento de su condena de cárcel, no llegaría a tiempo. Bob Arum, indignado con el resultado, no oculta lo rentable del nuevo encuentro. Mata dos pájaros de un tiro.
A Arum no le interesaba una redundante pelea ante Márquez, tampoco quería hacer negocios con Mayweather y su gran gallina de los huevos de oro empieza a notar la edad y una tenue desmotivación. Pacquiao, con 33 años, está dando sus últimos asaltos al más alto nivel y el bueno de Bob sabe que debe encontrar un sustituto antes del retiro definitivo del astro filipino.
Un joven invicto afroamericano, rápido, técnico y verdugo del, considerado por muchos, mejor libra por libra del mundo, es un boxeador apetecible para cualquier promotor. Lo sabe y por eso Bradley está en su equipo. Un ‘traspaso de poderes’ suena interesante para mantener el atractivo en sus protegidos. Visto de este modo, no hay mal que por bien no venga.
Las puntuaciones, en determinadas circunstancias, suelen favorecer ‘al de casa’, al chico del promotor influyente, a la estrella mediática, al campeón… pero esta vez no. Una de las mayores estrellas del deporte mundial ha sido perjudicada de forma contundente. ¿Por qué? Las dos últimas peleas del ‘Pacman’ han terminado con polémica por culpa de las decisiones de los jueces.
¿Acaso estos han querido compensar? Además de lo injusto que sería subsanar un error con otro, no creo que este gremio haya sido tan sensiblero para sentirse tan ofendido como para llegar a tal punto. La pelea con Juan Manuel Márquez fue igualada y el resultado, aunque discutible, dista años luz de ser un robo. No obstante, se hablaba de una cuarta pelea, ahora ya descartada.
La revancha con Tim Bradley será el 10 de noviembre, de este modo Pacquiao evita un nuevo episodio con el incómodo mexicano y aplaza, aún más, una posible confluencia con Floyd Mayweather, quien en cumplimiento de su condena de cárcel, no llegaría a tiempo. Bob Arum, indignado con el resultado, no oculta lo rentable del nuevo encuentro. Mata dos pájaros de un tiro.
A Arum no le interesaba una redundante pelea ante Márquez, tampoco quería hacer negocios con Mayweather y su gran gallina de los huevos de oro empieza a notar la edad y una tenue desmotivación. Pacquiao, con 33 años, está dando sus últimos asaltos al más alto nivel y el bueno de Bob sabe que debe encontrar un sustituto antes del retiro definitivo del astro filipino.
Un joven invicto afroamericano, rápido, técnico y verdugo del, considerado por muchos, mejor libra por libra del mundo, es un boxeador apetecible para cualquier promotor. Lo sabe y por eso Bradley está en su equipo. Un ‘traspaso de poderes’ suena interesante para mantener el atractivo en sus protegidos. Visto de este modo, no hay mal que por bien no venga.