Para muchos puede que Aitor Nieto sea simplemente el nombre que acompaña hoy al título de campeón de España del peso wélter. Para otros, un amigo o conocido al que le va bien como deportista. Pero, para el boxeo asturiano, simboliza mucho más. Carente de campeones profesionales desde hace más de 30 años y tocado pero no hundido, ésta es una historia de lucha y resistencia.
A finales de los ’80, Luis Solana, director general de Radiotelevisión Española, luego presidente de Telefónica, tomó la decisión de censurar el boxeo de TVE. Uno de los deportes más seguidos tras el fútbol, quedaba a oscuras mientras Poli Díaz era campeón de Europa. Su hermano Javier Solana, ministro de Educación, Ciencia y Deportes, subvencionaba con 144 millones de pesetas ese deporte que él optaba por desterrar. Por violento y demás, ya saben.
Pero había gente más papista que el Papa. A principios de esa misma década, Antonio Masip, alcalde de Oviedo e hijo de otro alcalde durante el franquismo, consideraba el boxeo un problema de mala educación e incluso anticonstitucional, aludiendo al artículo 15 y su derecho a la integridad física y moral. Elimina el boxeo profesional así como su práctica en instalaciones municipales, medida que afectó a Gómez Fouz, ex campeón de Europa y escritor, que entrenaba en el Palacio de los Deportes.
Masip, que actualmente sigue luchando por nuestros derechos como eurodiputado, dijo textualmente: “el boxeo es un deporte macabro que hay que eliminar”. La superficialidad y el desconocimiento traen estas cosas. Se da la curiosa situación de que su rival por la alcaldía -que perdió en 1991-, era presidente de la Federación Asturiana de Boxeo. Casualidades, supongo. Con esta guisa, el hoy campeón de España sería poco más que un proscrito en su ciudad natal.
En plena crisis, el boxeo ha resurgido en Asturias gracias al buen hacer de los pequeños gimnasios y clubes que jamás perdieron la ilusión. Por citar algunos, destacan el Club Tíbet y Asturbox, ambos de Gijón, por su cantidad y calidad de veladas y boxeadores; así como el TOA de Avilés, hacedor de algunos de los mejores campeones de España amateur. La llegada de Nieto supone un fuerte impulso al profesionalismo.
Oviedo volvió a disfrutar del boxeo gracias a su ‘Diamante’, y la afición, siempre presente, respondió. En una Asturias envejecida y de poco más de un millón de habitantes, cada día son más los que entrenan o se interesan, las licencias profesionales aumentan y cada vez más medios se hacen eco de los eventos. Aitor Nieto simboliza el triunfo de esta nueva reconquista. Con independencia de lo que esté por venir y le quede por escribir, Nieto ya ha dejado su sello.