Todo tiene su fin

Se desconocen qué componentes forman la atmósfera del estadio de Wembley en los grandes eventos que actúa como potenciador de espectáculo y emociones. En 2014, 'Froch vs Groves 2' puso el listón muy alto, pero la altura nunca fue problema para Anthony Joshua y Wladimir Klitschko. En Londres se firmó uno de los combates más entretenidos de los últimos años en peso pesado.

Además, contiene una trascendencia que le da aún mayor enjundia. El final de una época. Quien fuera dominador del peso completo por muchos años, sin rivales de talla suficiente que osaran poner en duda su reinado, acaba de enlazar dos derrotas seguidas y ha vuelto a tener que luchar por regresar a la verticalidad. Sensaciones que habían sido olvidadas y que resultaban ajenas hasta fechas recientes.

Con la llegada del nuevo milenio, un apellido fue una constante en la división pesada. Los Klitschko se hicieron un hueco y dominaron las escena durante más de una década. El hermano mayor, Vitali, quizá el mejor de los dos, firmó ante Lennox Lewis uno de los últimos combates de alto nivel en la categoría. Su derrota, causada por un feo corte en el rostro, fue seguida por el retiro definitivo del británico, que nunca quiso saber nada de revanchas.

Vitali eligió su propio final en 2012, dejando el boxeo por la lucha política en su país. Wladimir mantuvo el honor de la familia en solitario. Su estilo frío, distante y contundente le mantuvo en la cima ante rivales que rara vez supusieron un problema para su redundante 1-2. Los hermanos encabezaron una oleada de boxeadores formados en la escuela soviética que hoy figuran como destacadas estrellas, como el ucraniano Lomachenko, el kazajo Golovkin o el ruso Kovalev.

Klitschko fue caballero en la victoria y señor en la derrota

Desde Reino Unido, orgullosos creadores del boxeo moderno y testarudos en la derrota, llegaron las principales amenazas. David Haye, gran campeón en peso crucero que arrebató el título pesado al gigante Nikolai Valuev, desafió en vano a Wladimir. Más tarde, su compatriota Tyson Fury dio la sorpresa en Alemania, superando con descaro al ucraniano. Joshua repitió gesta de un modo aún más espectacular y contundente para deleite de la metrópoli británica.

Campeón que aprovechó su ventaja en una época sin grandes figuras, Klitschko fue caballero en la victoria y señor en la derrota, cosechando decenas de triunfos con elegancia de Hugo Boss y frialdad eslava. Ahora, con el cuerpo cuidado y cabeza amueblada, 41 años sobre los hombros y millones en los bolsillos, insinúa su retiro un gran deportista, por tamaño y personalidad.

Comienza un nuevo ciclo en los pesados. Quizá, a corto plazo, la calidad no mejore en demasía, pero sí la diversión. Joshua se ha confirmado como un campeón de verdad, tras sufrir y rehacerse ante Klitschko; al otro lado del charco, Deontay Wilder reclama su cuota de protagonismo; y, a todos los actores que se puedan sumar a la función, falta el regreso del histriónico Fury. Abróchense los cinturones.

“Todo tiene su fin”, cantaba el grupo cordobés Medina Azahara. Hasta los reinos más longevos terminan por caer. Lo único perdurable es el legado. Ese que Wladimir deja en un lugar destacado a vista de todos y cuya última actuación, pese a la derrota, ha supuesto un broche formidable a su historial, ofreciendo la llama más intensa antes de apagarse. Porque en 'Joshua vs Klitschko', quien resultó ganador por encima de todos fue el boxeo. Sería un magnífico final.


Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente