Floyd Mayweather Jr, el Pretty Boy o, también autoproclamado como Money, por su facilidad para generar millones de dólares con sus combates, es considerado uno de los mejores boxeadores de los últimos tiempos. Puede decirse que tiene reservado un lugar entre las mayores estrellas del boxeo. Vuelve de su “retiro” de 16 meses dispuesto a llevarse un nuevo cinturón para su colección. Será el sábado 17 de septiembre, en Las Vegas.
Este excampeón en cinco categorías diferentes (superpluma, ligero, superligero, welter y superwelter), se enfrenta a Victor Ortiz, actual campeón welter WBC, zurdo, 10 años más joven (24), más alto y más noqueador. ¿El favorito? Floyd. Él es el primero en apostar por su “segura” victoria sin ningún atisbo de prudencia. “41 dijeron que me iban a ganar. 41 perdieron”, en referencia a su inmaculado palmarés, 41 victorias de 41 combates.
“He nacido para esto”. De buena raza viene el galgo. Su padre Floyd Mayweather Sr. fue boxeador y, hasta no hace mucho, era entrenador de Oscar De La Hoya o Ricky Hatton. Su tío, Roger Mayweather, “es quien ha hecho que sea quien soy, mi entrenador de siempre, no mi padre” Algo que no comparte en absoluto su progenitor, quien se considera fundamental en la carrera de su hijo. Podemos intuir el problema familiar.
La compleja relación con su padre se une sus diferentes problemas legales que lo han “entretenido” en este tiempo de ausencia. “Si soy inocente, que me dejen en paz. Si soy culpable, que hagan lo que tengan que hacer” dice el Pretty Boy, al que acusan de amenazas, agresiones o no cumplir con hacienda. “¿La diferencia entre ustedes y yo?, que todo esto ya está pagado”, decía mientras mostraba su lujosa mansión. Y lo hacía en el programa “24/7” de HBO.
Un programa deportivo de los que ya pocos quedan. Ahí pudimos ver lo conflictiva que es la vida de Floyd, quien no da ni un minuto de respiro a sí mismo, ni físico, ni psicológico. “Ningún deportista trabaja tanto como yo. Venga, dime uno, sólo uno. Ninguno”.
El talento y su fuerza de voluntad son tan enormes que nada lo distrae. Qué otro campeón conviviría tan bien con la polémica, con problemas familiares, legales, presión mediática, deportiva... y seguir siendo el mejor.
Siempre oí que en el boxeo la cabeza es más importante que el físico, que la psicológica es la fuerza más poderosa en un combate. Floyd es un caso único en este aspecto. Su poder mental supera todas sus cualidades boxísticas. Y a todos sus rivales. Representa la unión ideal entre talento+físico+mente. Unido a su arrogancia, le permite jactarse con cierta seguridad de sus futuros logros. Siempre me queda la duda de saber cómo reaccionaría ante una derrota. Por lo pronto, Floyd Mayweather Jr. vuelve al ring.
Disfrutemos.
Este excampeón en cinco categorías diferentes (superpluma, ligero, superligero, welter y superwelter), se enfrenta a Victor Ortiz, actual campeón welter WBC, zurdo, 10 años más joven (24), más alto y más noqueador. ¿El favorito? Floyd. Él es el primero en apostar por su “segura” victoria sin ningún atisbo de prudencia. “41 dijeron que me iban a ganar. 41 perdieron”, en referencia a su inmaculado palmarés, 41 victorias de 41 combates.
“He nacido para esto”. De buena raza viene el galgo. Su padre Floyd Mayweather Sr. fue boxeador y, hasta no hace mucho, era entrenador de Oscar De La Hoya o Ricky Hatton. Su tío, Roger Mayweather, “es quien ha hecho que sea quien soy, mi entrenador de siempre, no mi padre” Algo que no comparte en absoluto su progenitor, quien se considera fundamental en la carrera de su hijo. Podemos intuir el problema familiar.
La compleja relación con su padre se une sus diferentes problemas legales que lo han “entretenido” en este tiempo de ausencia. “Si soy inocente, que me dejen en paz. Si soy culpable, que hagan lo que tengan que hacer” dice el Pretty Boy, al que acusan de amenazas, agresiones o no cumplir con hacienda. “¿La diferencia entre ustedes y yo?, que todo esto ya está pagado”, decía mientras mostraba su lujosa mansión. Y lo hacía en el programa “24/7” de HBO.
Un programa deportivo de los que ya pocos quedan. Ahí pudimos ver lo conflictiva que es la vida de Floyd, quien no da ni un minuto de respiro a sí mismo, ni físico, ni psicológico. “Ningún deportista trabaja tanto como yo. Venga, dime uno, sólo uno. Ninguno”.
El talento y su fuerza de voluntad son tan enormes que nada lo distrae. Qué otro campeón conviviría tan bien con la polémica, con problemas familiares, legales, presión mediática, deportiva... y seguir siendo el mejor.
Siempre oí que en el boxeo la cabeza es más importante que el físico, que la psicológica es la fuerza más poderosa en un combate. Floyd es un caso único en este aspecto. Su poder mental supera todas sus cualidades boxísticas. Y a todos sus rivales. Representa la unión ideal entre talento+físico+mente. Unido a su arrogancia, le permite jactarse con cierta seguridad de sus futuros logros. Siempre me queda la duda de saber cómo reaccionaría ante una derrota. Por lo pronto, Floyd Mayweather Jr. vuelve al ring.
Disfrutemos.