Daniel Geale superó todos los obstáculos imaginables para coronarse como nuevo bicampeón mundial de boxeo. Si coronarse rey ya de por sí es complicado, más lo es si para conseguirlo se debe vencer a un alemán en su tierra natal y a los puntos. El gran Felix Sturm exponía por 14º su cinturón de la AMB, aquel que arrebató en combate de revancha a nuestro ‘Lince de Parla’.
De aquello hace algo más de 5 años. Ahora en una dura batalla de unificación con el titular de la FIB, el actuar como local parecía algo más que favorecedor. Geale no se amedrentó, sabía que eso no siempre era definitivo. Peleaba por segunda vez fuera de Australia, de nuevo en Alemania, donde el año pasado venció en decisión dividida al germano Sebastian Sylvester.
El demonio de Tasmania salió muy activo y veloz, dispuesto a incordiar todo lo posible a un temporizador Sturm que esperaba para contragolpear y aprovechar cualquier hueco en la defensa de su rival. Pero la tormenta alemana no conectaba con frecuencia, limitándose a ráfagas contundentes que le permitían contrarrestar la gran actividad de su enérgico oponente.
Era un combate difícil de puntuar. O no, pues cualquiera que se seleccionase como ganador del asalto tendría un buen manojo de argumentos para justificar tal decisión. La contienda avanzaba y se convertía en un continuo toma y daca, sin dominador claro. Geale disparaba con ambas manos y Sturm cargaba con su punzante jab. Todo apuntaba a que los jueces resolverían la disputa.
Es decir, confirmar a Sturm como campeón. Pero no. Las caras al término del combate adelantaban el resultado final. Los alemanes aguardaban con nerviosismo y ansia, como el estudiante que espera obtener un bendito aprobado en un examen complicado. La esquina australiana celebraba su gran actuación. CuandoMichael Buffer nombró a Geale como ganador, el silencio fue sepulcral.
Compartida o no, su victoria no es polémica, hizo méritos para ella. Lo extraño es cómo, en una pelea igualada, se puntúa 116-112 para Sturm y 116-112 para Geale. Últimamente los jueces parecen no favorecer a los favoritos, véase el robo a Pacquiao y ahora esta sorpresa en casa de Sturm. Hechos que, por lo casual de los mismos, no dejan de ser llamativos. Complicada labor la suya.
De aquello hace algo más de 5 años. Ahora en una dura batalla de unificación con el titular de la FIB, el actuar como local parecía algo más que favorecedor. Geale no se amedrentó, sabía que eso no siempre era definitivo. Peleaba por segunda vez fuera de Australia, de nuevo en Alemania, donde el año pasado venció en decisión dividida al germano Sebastian Sylvester.
El demonio de Tasmania salió muy activo y veloz, dispuesto a incordiar todo lo posible a un temporizador Sturm que esperaba para contragolpear y aprovechar cualquier hueco en la defensa de su rival. Pero la tormenta alemana no conectaba con frecuencia, limitándose a ráfagas contundentes que le permitían contrarrestar la gran actividad de su enérgico oponente.
Es decir, confirmar a Sturm como campeón. Pero no. Las caras al término del combate adelantaban el resultado final. Los alemanes aguardaban con nerviosismo y ansia, como el estudiante que espera obtener un bendito aprobado en un examen complicado. La esquina australiana celebraba su gran actuación. CuandoMichael Buffer nombró a Geale como ganador, el silencio fue sepulcral.
Compartida o no, su victoria no es polémica, hizo méritos para ella. Lo extraño es cómo, en una pelea igualada, se puntúa 116-112 para Sturm y 116-112 para Geale. Últimamente los jueces parecen no favorecer a los favoritos, véase el robo a Pacquiao y ahora esta sorpresa en casa de Sturm. Hechos que, por lo casual de los mismos, no dejan de ser llamativos. Complicada labor la suya.