Una serie de pesadas desdichas

Que la división pesada no se encuentra en su mejor momento no es ninguna novedad. El férreo dominio de la familia Klitschko y la ausencia de algún aspirante con serias opciones de terminar con este absolutismo, o al menos de ofrecer una contienda igualada, hacen que el interés en la categoría reina del boxeo sea muy inferior al alcanzado hasta no hace mucho tiempo.

Lo acontecido este pasado sábado en Moscú muestra, con cierto toque de guasa, cómo anda la situación actual. Magomed Abdusalamov, ruso, con16 combates en su historial, todo victorias y todas antes del límite (10 de ellas en el 1º asalto, nunca pasó del 4º) se enfrentaba al veterano Jameel McCline de 42 años. Primer asalto, primera sorpresa, el local besa la lona.
Jameel McCline KO
Algo no previsto por el gentío que se convocaba entorno al ring. Todo quedó en un susto. En el segundo round el ruso se mostró más activo y no se sabe cómo, alcanzó a McCline, quien se desplomó para no levantarse más. La realización de TV no se dignó a mostrar repetición alguna de la caída. Un remake malo del célebre golpe fantasma de la clásica Ali vs Liston II.

Terminado el encuentro, McCline cojeaba ligeramente. Aparentemente volvió a tener la misma mala pata que en su disputa por el título mundial ante el gigante Nicolai Valuev en 2007, donde se lesionó y tuvo que abandonar en la 3ª ronda. Tras este extraño suceso tuvo lugar el trámite estrella de la noche, en el que nadie esperaba otra cosa que una nueva victoria de Vitali.
Vitali Klitschko vs Manuel Charr
El mayor de los Klitschko venía de una trabajada victoria ante Dereck Chisora, uno de los rivales que más batalla le presentó y que puso en duda si los años y lesiones de Vitali le empezaban a pasar factura. Manuel Charr no parecía un tipo que fuese a incordiar demasiado y así lo confirmó desde el principio, siendo un objetivo asequible y estático para los puños del ucraniano.

Uno de ellos provocó un corte en su ceja derecha que por feo incitó al árbitro a declarar directamente el final del combate en el 4º, no permitiendo a la esquina del alemán ningún intento de remendar aquello. Final sinsustancia para un encuentro que apuntaba a monólogo ucraniano. Una noche llena de despropósitos pesados. Ya se sabe que a perro flaco, todo son pulgas.

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