Kiko Martínez lo había anunciado: iba a ‘matar’ a su próximo rival. El crimen tendría lugar el sábado 9 de febrero en el Odyssey Arena (Belfast) y el modus operandi sería un disparo a quemarropa, uno sólo. Carl Frampton, advertido y precavido, se cosió un chaleco antibalas con sus jab y salió a boxear, mientras el español salía a golpear. Duelo de estilos, combate entretenido.
El de casa mostró el abanico de recursos del que es poseedor mientras un Kiko unidireccional depositaba su fe en sus puños y ese golpe definitivo que antes o después tenía que aparecer. Frampton tomaba ventaja en las tarjetas pero estas sólo sirven si sales vivo y el runrún del ambiente con los cañonazos de Martínez mantenían en tensión al más tranquilo, pese al buen encaje de Carl.
Las piernas comenzaban a fallar. Frampton empezaba a abrazarse y a esconder la cara, agachando la cabeza como quien busca una cartera por el suelo. Hacía su pelea. Kiko, con un boxeo primario y mucho corazón, perseguía a su rival y disparaba a matar. No había otro plan. Pero en el noveno asalto una derecha perfecta entra hasta la mente del nuestro y el final inesperado tuvo lugar. El tiro salió por la culata.
El dolor de Kiko traspasaba la pantalla, pero no por el dolor físico del cual parecía recuperarse con celeridad, sino del daño moral. Su mirada perdida buscando explicación en una esquina vacía. La mejor preparación de su vida, el combate más importante, emitido en vivo al mundo y en falso directo a España, aspiraciones mundialistas… todo quedó hecho trizas.
Así es el deporte y la vida. Esforzarse para triunfar es la única vía, pero no siempre da resultados. Que de la derrota se aprende más que de la victoria lo sabemos todos, ilumina los errores y permite ver dónde hay que mejorar. Kiko es joven, 26 años, tiene potencial y su derrota fue disputada, esto es boxeo. Bastante diferente a la mala noche de Gabriel Campillo en Estados Unidos.
Los buques insignia de la promotora Maravillabox empiezan con mal pie 2013. La elección de rivales y su estudio parecen fallar, ya que la estrategia en ambas caídas ha sido mala y en lo que parece haberse trabajado más es en la promoción. Convertir a Iniesta en Balotelli. Pero como todo, esto no es cómo empieza, sino cómo termina. Queda un año entero y se espera una reacción.
El de casa mostró el abanico de recursos del que es poseedor mientras un Kiko unidireccional depositaba su fe en sus puños y ese golpe definitivo que antes o después tenía que aparecer. Frampton tomaba ventaja en las tarjetas pero estas sólo sirven si sales vivo y el runrún del ambiente con los cañonazos de Martínez mantenían en tensión al más tranquilo, pese al buen encaje de Carl.
Las piernas comenzaban a fallar. Frampton empezaba a abrazarse y a esconder la cara, agachando la cabeza como quien busca una cartera por el suelo. Hacía su pelea. Kiko, con un boxeo primario y mucho corazón, perseguía a su rival y disparaba a matar. No había otro plan. Pero en el noveno asalto una derecha perfecta entra hasta la mente del nuestro y el final inesperado tuvo lugar. El tiro salió por la culata.
El dolor de Kiko traspasaba la pantalla, pero no por el dolor físico del cual parecía recuperarse con celeridad, sino del daño moral. Su mirada perdida buscando explicación en una esquina vacía. La mejor preparación de su vida, el combate más importante, emitido en vivo al mundo y en falso directo a España, aspiraciones mundialistas… todo quedó hecho trizas.
Así es el deporte y la vida. Esforzarse para triunfar es la única vía, pero no siempre da resultados. Que de la derrota se aprende más que de la victoria lo sabemos todos, ilumina los errores y permite ver dónde hay que mejorar. Kiko es joven, 26 años, tiene potencial y su derrota fue disputada, esto es boxeo. Bastante diferente a la mala noche de Gabriel Campillo en Estados Unidos.
Los buques insignia de la promotora Maravillabox empiezan con mal pie 2013. La elección de rivales y su estudio parecen fallar, ya que la estrategia en ambas caídas ha sido mala y en lo que parece haberse trabajado más es en la promoción. Convertir a Iniesta en Balotelli. Pero como todo, esto no es cómo empieza, sino cómo termina. Queda un año entero y se espera una reacción.