El resultado más curioso del pasado fin de semana en el Boxeo Internacional fue la derrota de Felix Sturm por decisión unánime ante Sam Soliman, lo cual ya sorprende de por sí, pero si a esto añadimos que el hecho tuvo lugar en Alemania, llama la atención aún más. El error de subestimar a un púgil que parece estar de salida no es nuevo para Sturm.
Muchos recordarán la noche del 15 de septiembre de 2006, cuando un excampeón mundial llamado Javier Castillejo rompió la guitarra al germano liquidándolo en el décimo asalto poniendo patas arriba todo Hamburgo. Ahora, salvando las distancias, Soliman tenía asignado el papel de veterano sparring para el de casa, en una pelea de ‘tránsito’.
El australiano, un correcto púgil de 39 años que no perdía desde 2008 y se encontraba bien rankeado, parecía una presa asequible para Sturm, de 34 años, un pequeño escollo que superar en su ruta hacia la recuperación del campeonato de la FIB, en manos de Daniel Geale, su último verdugo, lo que supondría una interesante revancha. Pero Sturm no puso toda la carne en el asador.
Y eso que empezó bien. El inicio fue bueno, dentro de la habitual frialdad y calma, picando con su jab y a la espera del mejor momento para conectar su diestra. Logró tumbar a su inquieto oponente y a partir de ahí poco más, se rebajó al juego de su contrincante. El encuentro calló en una ámbito abierto al debate: ¿qué golpes puntúan?, ¿cuáles tener más en cuenta?, ¿cantidad o calidad?…
Sea como sea, el de Oceanía, haciendo suya la frase de “hace más el que quiere que el que puede”, se vino arriba espoleado por su capacidad de supervivencia y se mostró muy activo, con desparpajo y sin nada que perder. Si bien Sturm lucía más contundente con sus contadas manos, Soliman era cuantitativamente superior y parece que eso le dio la victoria.
Hasta el propio Michael Buffer se confundió al nombrarle vencedor para mayor despropósito. Serio revés para Sturm, que suma dos derrotas seguidas en casa y al que los jueces parecen haber abandonado. Extraño. Australia podrá disfrutar de otro duelo de primer nivel entre locales, después del realizado por Geal ante Anthony Mundine. Quién sabe, quizá Soliman pueda dar otra sorpresa, esta vez delante de su gente.
Muchos recordarán la noche del 15 de septiembre de 2006, cuando un excampeón mundial llamado Javier Castillejo rompió la guitarra al germano liquidándolo en el décimo asalto poniendo patas arriba todo Hamburgo. Ahora, salvando las distancias, Soliman tenía asignado el papel de veterano sparring para el de casa, en una pelea de ‘tránsito’.
El australiano, un correcto púgil de 39 años que no perdía desde 2008 y se encontraba bien rankeado, parecía una presa asequible para Sturm, de 34 años, un pequeño escollo que superar en su ruta hacia la recuperación del campeonato de la FIB, en manos de Daniel Geale, su último verdugo, lo que supondría una interesante revancha. Pero Sturm no puso toda la carne en el asador.
Y eso que empezó bien. El inicio fue bueno, dentro de la habitual frialdad y calma, picando con su jab y a la espera del mejor momento para conectar su diestra. Logró tumbar a su inquieto oponente y a partir de ahí poco más, se rebajó al juego de su contrincante. El encuentro calló en una ámbito abierto al debate: ¿qué golpes puntúan?, ¿cuáles tener más en cuenta?, ¿cantidad o calidad?…
Sea como sea, el de Oceanía, haciendo suya la frase de “hace más el que quiere que el que puede”, se vino arriba espoleado por su capacidad de supervivencia y se mostró muy activo, con desparpajo y sin nada que perder. Si bien Sturm lucía más contundente con sus contadas manos, Soliman era cuantitativamente superior y parece que eso le dio la victoria.
Hasta el propio Michael Buffer se confundió al nombrarle vencedor para mayor despropósito. Serio revés para Sturm, que suma dos derrotas seguidas en casa y al que los jueces parecen haber abandonado. Extraño. Australia podrá disfrutar de otro duelo de primer nivel entre locales, después del realizado por Geal ante Anthony Mundine. Quién sabe, quizá Soliman pueda dar otra sorpresa, esta vez delante de su gente.