El pasado 16 de julio, Eloy Iglesias se proclamó campeón de España del peso ligero ante el canario King Daluz, defensor del título. Iglesias venció en su Zaragoza natal, ante 1.000 aficionados.
Hace un par de años, compartí una pequeña lista con 5 de los mejores españoles menores de 25 años. Toda opinión es discutible, pero curioso fue el hecho de que uno de los nombres más cuestionados de ese artículo fue el de Eloy Iglesias.
Sus condiciones innatas para el boxeo lo convertían en un púgil prometedor. Pero el talento bruto es solo uno de los ingredientes necesarios a desarrollar para alcanzar el éxito. Cuestionado por su profesionalidad -discutida por bajas y lesiones de última hora que hacían dudar sobre su fiabilidad a la hora de organizar un evento-, Eloy Iglesias no recibía el crédito esperado.
Su momento más destacado fue el nulo firmado ante Daniel Rasilla -diciembre de 2011- quien venía de disputar el campeonato de Europa y alzarse con la corona superligera de la Unión Europea. De nuevo confirmaba ser un joven de destacado juego de piernas y veloces manos que apuntaba alto.
Pero su carrera no terminaba de despuntar. Mantenía cierta actividad pero con rivales que no ofrecían ni fomentaban un salto de calidad. Iglesias es de ese tipo de deportistas que se crece ante los grandes retos y se achata en los menores. Tal vez ello explique la irregularidad en su desempeño.
En 2014 solo pudo pelear una vez. Parecía que uno de los boxeadores más completos de nuestro país se desinflaba sin remedio. Un año después mantuvo cierta actividad con un par de peleas. Pero 2016 ha sido su regreso a lo grande. De perdidos al río.
Dos campeonatos de España. El primero, por el cetro superligero, ante el pegador Nicolás González, al que muchos evitaban. Iglesias, fiel a su estilo, supo controlar con técnica la dinamita madrileña y dominó los primeros asaltos. Pero la falta de actividad se vio reflejada en una merma física que supuso su fin en el 8º asalto.
Ante King Daluz, por el campeonato ligero, el físico no sería problema. Con el extra de pelear en casa, la presión del local no le permitía defraudar a su gente. De nuevo mostró su repertorio y buen hacer, firmando un entretenido choque que terminó antes de lo debido por un inoportuno choque de cabezas. Huele a revancha.
De este modo Eloy Iglesias, en su día el más joven en estar en la selección con 16 años y el más joven en debutar en el campo profesional con 18, alcanza la cima del boxeo español tras años de titubeos y dudas. En su mano -y mente- está la posibilidad de convertir este éxito en un escalón de subida o en continuar con una sinuosa trayectoria.
Hace un par de años, compartí una pequeña lista con 5 de los mejores españoles menores de 25 años. Toda opinión es discutible, pero curioso fue el hecho de que uno de los nombres más cuestionados de ese artículo fue el de Eloy Iglesias.
Sus condiciones innatas para el boxeo lo convertían en un púgil prometedor. Pero el talento bruto es solo uno de los ingredientes necesarios a desarrollar para alcanzar el éxito. Cuestionado por su profesionalidad -discutida por bajas y lesiones de última hora que hacían dudar sobre su fiabilidad a la hora de organizar un evento-, Eloy Iglesias no recibía el crédito esperado.
Su momento más destacado fue el nulo firmado ante Daniel Rasilla -diciembre de 2011- quien venía de disputar el campeonato de Europa y alzarse con la corona superligera de la Unión Europea. De nuevo confirmaba ser un joven de destacado juego de piernas y veloces manos que apuntaba alto.
Pero su carrera no terminaba de despuntar. Mantenía cierta actividad pero con rivales que no ofrecían ni fomentaban un salto de calidad. Iglesias es de ese tipo de deportistas que se crece ante los grandes retos y se achata en los menores. Tal vez ello explique la irregularidad en su desempeño.
En 2014 solo pudo pelear una vez. Parecía que uno de los boxeadores más completos de nuestro país se desinflaba sin remedio. Un año después mantuvo cierta actividad con un par de peleas. Pero 2016 ha sido su regreso a lo grande. De perdidos al río.
Dos campeonatos de España. El primero, por el cetro superligero, ante el pegador Nicolás González, al que muchos evitaban. Iglesias, fiel a su estilo, supo controlar con técnica la dinamita madrileña y dominó los primeros asaltos. Pero la falta de actividad se vio reflejada en una merma física que supuso su fin en el 8º asalto.
Ante King Daluz, por el campeonato ligero, el físico no sería problema. Con el extra de pelear en casa, la presión del local no le permitía defraudar a su gente. De nuevo mostró su repertorio y buen hacer, firmando un entretenido choque que terminó antes de lo debido por un inoportuno choque de cabezas. Huele a revancha.
De este modo Eloy Iglesias, en su día el más joven en estar en la selección con 16 años y el más joven en debutar en el campo profesional con 18, alcanza la cima del boxeo español tras años de titubeos y dudas. En su mano -y mente- está la posibilidad de convertir este éxito en un escalón de subida o en continuar con una sinuosa trayectoria.