La historia de Tapia es uno de esos casos, y de antemano os diré que no termina con el típico “fueron felices y comieron perdices”…
Un viernes 13 de febrero de 1967 nació Johnny Lee Tapia, un pequeño al que su madre llamaba cariñosamente “niñito azul”, a quien nosotros conocimos como “Mi Vida Loca”.
Johnny nunca llegó a conocer a su padre. Sobre esto existen dos versiones: la primera cuenta que fue asesinado en presencia de su madre cuando ella estaba embarazada; en la otra, se dice que esa historia la inventó su propia madre para evitar contarle la verdad: que su padre estaba en la cárcel.
Un mal comienzo para cualquiera. Saber que tu padre está muerto o preso no debe de ser fácil. Pero lo peor aún estaba por llegar. Tapia tenía tan solo 8 años cuando presenció la violación y asesinato de su madre. La verdad, mejor no entrar en detalles sobre este tema… Johnny confesó que durante toda su vida cargó con una profunda tristeza y una rabia que lo devoraba por dentro.
En una entrevista, Tapia reveló que muchas veces, cuando estaba en el ring, veía al asesino de su madre. De ahí su rabia y su fuerza para seguir luchando.
Sin padres, y con tan solo 8 años, fue su abuelo materno quien se hizo cargo de él, tanto en su cuidado como en su educación. Además, fue quien lo introdujo en el mundo del boxeo. Quizá pensó que le serviría como terapia para controlar ese bicho, ese animal que le comía por dentro. Pero, ¿quién iba a imaginar que esa rabia lo llevaría a coronarse campeón del mundo?
Hay un dicho que parece escrito para Tapia: “Quod te non occidit, te certe fortiorem reddere poterit”, “Lo que no te mata, te hace más fuerte”.
Como ya mencioné, fue su abuelo quien lo metió en el boxeo, y lo hizo con las mejores intenciones, a diferencia de sus tíos, quienes lo hacían pelear con gente mayor y de más peso que él. Como dijo Johnny: “Criado como un pitbull. Criado para pelear a muerte”.
Supongo que quienes se tomen un poco de su tiempo para leer esto sabrán perfectamente quién fue “Mi Vida Loca”, pero repasemos brevemente su paso por el boxeo. Antes de ser profesional, ya contaba con un récord de 150/12/60 KO. En 1983 ganó el campeonato nacional de Guantes Dorados en la categoría de minimosca. En 1984 se quedó a las puertas de ser olímpico, pero ese sueño le fue arrebatado por Arthur Johnson, quien lo venció en la eliminatoria. Un año después volvió a hacerse con el título de Guantes Dorados, esta vez en peso mosca.
En su carrera profesional, que duró 23 años, acumuló un récord de 59 victorias, 5 derrotas, 30 por KO y 2 combates nulos. En ese tiempo conquistó 5 títulos mundiales en tres categorías diferentes.
Se dice que fue un hombre muy depresivo (motivos no le faltaron). Depresiones, adicción a las drogas, siete ingresos en prisión, varias veces dado por muerto y repetidos intentos de suicidio podrían explicar por qué se ganó el alias de “Mi Vida Loca”.
Esas adicciones —para ser exactos, su adicción a la cocaína— lo apartaron del boxeo durante 3 años y 6 meses, ya que le retiraron la licencia. Tras ese parón, muchos pensaron que su momento había pasado, que todos sus excesos y el tiempo perdido por la sanción habían acabado con el boxeador. Posiblemente sería uno más del montón, alguien utilizado para proyectar a luchadores que comenzaban su carrera. O tal vez lo único que buscaba era dinero, sin ambición, sin motivación por ganar.
Pero, en vez de estar “quemado”, resurgió de sus cenizas como si de un ave fénix se tratara. Esto ocurrió en 1994, cuando, para sorpresa de muchos y alegría de otros, ganó el título mundial de la OMB en la categoría de peso gallo.
Mike Tyson dijo de Tapia: “Es uno de los boxeadores más grandes y bravos que he visto.”
Como entrenadores tuvo a Paul Chávez y al que hoy es considerado uno de los mejores entrenadores del momento, Freddie Roach, entre otros.
Una gran carrera profesional, con triunfos que muchos ni siquiera podrían soñar… pero que, tristemente, fueron empañados por sus problemas personales.
Para terminar, nada mejor que hacerlo con sus propias palabras (extraídas del libro The Crazy Life of Johnny Tapia):
Johnny Tapia subió por última vez al ring en 2011, donde se enfrentó a M. Pastrana, a quien venció en el octavo asalto.
Un año después, la noticia fue muy distinta. No más luchas, no más drogas, nada de nada. La noticia fue el fin de la vida del gran Tapia. Johnny Tapia apareció muerto en su casa el 27 de mayo, a causa de una enfermedad cardíaca. Tenía 45 años, y su cuerpo no aguantó más el ritmo de su vida loca. En unas declaraciones, decía estar sorprendido de haber superado los cuarenta. Nunca había imaginado llegar tan lejos. La verdad… no se equivocó por mucho.
Mi nombre es Johnny Lee Tapia.
Nací un viernes 13.
Un viernes de febrero de 1967.
Hasta el día de hoy, no sé si eso me hizo feliz o desgraciado.
Cuando tenía 8 años, vi cómo asesinaban a mi madre.
Nunca supe quién fue mi padre.
A él lo asesinaron antes de que yo naciera.
Fui criado como un pitbull.
Criado para pelear hasta la muerte.
Cuatro veces me declararon muerto.
Cuatro veces quisieron que siguiera viviendo.
Y muchas veces más estuve cerca de morir.
Pero viví, y lo tuve todo.
Tuve salud, y la perdí.
Fui famoso e infame.
Cinco veces fui campeón mundial.
Dime, ¿soy feliz o un desgraciado?
Descanse en paz, “Blue Child”.