La noche mágica de Sunchales

Carlos Utrilla. - Sunchales es una ciudad argentina de poco más de 30.000 habitantes perteneciente a la provincia de Santa Fe y situada a 135 kms de la capital de la misma (también llamada Santa Fe) y a 600 de Buenos Aires. La localidad es conocida, sobre todo, por las importantes cooperativas allí asentadas y dedicadas a la industria ganadera y agrícola. Pero para algunos, entre los que me encuentro, lo es porque allí se escribió una de las páginas míticas del Boxeo (y el deporte) español de los últimos tiempos.
Allí, en Sunchales, en la noche mágica del 20 de junio de 2009, Gabriel Campillo se proclamaba campeón del mundo del peso semipesado (versión WBA) al derrotar a los puntos al púgil argentino Hugo Hernán “Pigu” Garay. El resultado ajustado de los jueces y su Decisión Mayoritaria no pueden esconder la exhibición por parte del púgil español, que mereció un resultado más holgado.
Gabriel Campillo
El boxeador madrileño Gabriel Campillo, nacido el 19 de febrero de 1978, había debutado en el boxeo profesional en el año 2002. En febrero de 2005 se proclamaba campeón de España del peso semipesado al vencer al canario Juan Nelongo en su propia casa, Tenerife. Defendería el título contra el mismo rival en mayo de 2007, esta vez Madrid y por TKO en el 5º round. Ese mismo año, en septiembre tenía la oportunidad de pelear por el cinturón vacante Internacional WBA de las 175 lbs, para lo que se desplazó hasta Kiev para enfrentar al local, invicto con 16-0-0, Vyacheslav Uzelkov. Una mano sorpresiva seguida de un claro codazo llevaron a Campillo (“chico guapo”, como era conocido) a ser derrotado en el 6º por KO.
No se vino abajo y en la primera parte de 2008 enlazaba una serie de victorias, entre ellas contra púgiles como Israel Carrillo y Roberto Santos. El 20-09-2008 conseguía una gran oportunidad: bajaría al peso supermediano para disputar el título europeo de la categoría al invicto alemán Karo Murat, en lo que era la primera defensa de este. Campillo dominó claramente la pelea pero fue ninguneado por unos mal llamados jueces, que inventaron una cerrada victoria (Decisión Mayoritaria) para el local. Desgraciadamente, esto acabaría convirtiéndose en una constante de la carrera del extraordinario boxeador español.
La actuación llamó tanto la atención (junto a las negociaciones de Atocha) que su siguiente combate, en marzo de 2009, fue por el título UE del supermediano. Esta vez el destino del español era Dinamarca, para enfrentar a Lolenga Mock. El español volvía a exhibirse y esta vez los jueces sí le daban la merecida victoria. Con poco para el descanso, su equipo le conseguía una oportunidad que parecía podría venirle grande. Saltaría nuevamente al peso semipesado para disputar todo un título mundial, el de la WBA frente al argentino Garay.
Hugo Garay
Hugo Hernán Garay nació en Tigre el 27 de noviembre de 1980. Su debut profesional se había dado en julio de 2001 y en los primeros años se coronó campeón argentino del semipesado y campeón WBO latino de la misma categoría. Haciendo una defensa de este título, se le pudo ver en Madrid, 06-11-2003, enfrentando a Alejandro Lakatos, combate que también era una eliminatoria WBO. El hispano-rumano puso en serios aprietos al “pigu” (alias del argentino), que llegó a recibir una cuenta. Pero en el último round Lakatos era cazado por su rival y la victoria caía del lado del buen púgil sudamericano.
Esta victoria posibilitó que Garay peleara por el campeonato mundial WBO (08-05-2004) en poder del húngaro radicado en Alemania Zsolt Erdei. Fue un combate cerrado en el que creo que “el pigu” fue perjudicado por los jueces (entre ellos Maritxalar), que anotaron una Decisión Mayoritaria para su rival. El 26-02-2005 se celebraba un rematch, también en Alemania, y la controversia nuevamente estuvo servida: Erdei se imponía por decisión dividida, dándole dos jueces la victoria (115-113 y 116-112) y otro concediéndosela al argentino (¡118-110!). Mi opinión es que nuevamente Garay mereció más.
El “pigu” ganaría después, de nuevo, el título nacional y un regional, el WBA Fedelatin, en dos ocasiones. Finalmente, este le llevaría a poder disputar el cetro mundial WBA, el 03-07-2008 (3 años después del segundo combate con el húngaro), cuando fue declarado vacante tras no defenderlo el australiano Danny Green. En la fecha mencionada, y en el mítico Luna Park, Hugo Garay se convertía en campeón del mundo al dominar por puntos al co-aspirante, el bielorruso Yury Barashian. Para su primera defensa tuvo que volver a Alemania, para enfrentar a Juergen Brahmer. Esta vez se hizo justicia, y el argentino conseguía una merecida victoria por puntos.
Su siguiente combate podía ser una defensa opcional. Y Sánchez Atocha movió los hilos para que esta fuera contra un púgil español poco conocido al que dirigía y que tuvo que ser clasificado de manera especial para la velada.Una defensa, en suma, para cubrir expediente antes de que la WBA decretase el siguiente rival obligatorio…
El combate
Llegaba pues, la noche (que luego se tornaría mágica) del 20-06-2009. El combate se celebraba en las instalaciones del Club Deportivo Libertad, en velada retransmitida por TYC Sports y que contaba con el genial Osvaldo Príncipi en la narración, Sergio Chiarito comentando y llevando la puntuación y las colaboraciones de la habitual Silvana Carsetti y la especial del excampeón mundial del Superwélter (título ganado en Madrid ante José Manuel Durán), Miguel Ángel Castellini. Antes del combate estelar de la noche, se pudo ver, entre otros, al “Incho” Sosa ganar el vacante WBA Fedelatin supermosca frente al colombiano Elvis García y a la fenomenal Yesica Boop aplastar por KO en el 2º a Paulina Cardona, también procedente de Colombia, con el título WBA minimosca en juego.
Pero todo el mundo esperaba el Garay vs Campillo. El campeón llegaba con un récord de 32-3-0 (17 KO’s) y el aspirante con 17-2-0. Sólo 6 KO’s en el palmarés del español, su único “defecto” (de todos es sabido que si Campillo “pegara” un poco más no tendría rival en las 175 lbs). Como jueces, la WBA había seleccionado a Guillermo Pérez Pineda (Panamá), Alfredo Polanco (México) y Enrique Portocarrero Jr (Nicaragua). Como referee todo un referente, el estadounidense Steve Smoger. Danilo Graziutti era el maestro de ceremonias y como anécdota, las banderas de los contendientes las portaban dos grandes exboxeadores argentinos. La española, el supermosca Gustavo Ballas; la argentina, “el martillo” Roldán.
Pero no empezó bien la noche para los españoles. En los himnos, sonaba el de nuestro país… con letra. Es decir, nos ponían el pre-constitucional. Pero Gabriel estaba concentrado (en su equipo a alguien se le escapó una sonrisa sabedor del desaguisado). Grave error de los argentinos: el segundo de la noche. El primero, haber llevado a Campillo para esta defensa.
El púgil español, más alto, tuvo unos primeros rounds de estudio. Los tres primeros cayeron del lado de su rival sin discusión. Garay no hizo nada del otro mundo pero sí metió algo de presión a Campillo, lanzando alguna combinación abajo-arriba y algún peligroso volado de derecha. El español, agazapado, dejaba hacer, sin soltar el jab como se esperaba. ¿No tendría mucho más? ¿Respondía esto a un plan prestablecido? En el 4º y el 5º, la cosa empezó a cambiar. El púgil entrenado por Atocha empezó a usar el jab, a llegar con algún recto, a moverse, a llevar la iniciativa ante un rival que se resistía a tomar el papel de defensor. Garay seguía sacando manos pero la mayor parte acababa en los guantes del rival, siempre muy bien protegido. Los asaltos 4º y 5º fueron muy ajustados, pero creo que el español no perdió ninguno. Los comentaristas de TyC Sports ya comenzaban a pensar si no estaría reservando fuerzas para dar todo en la segunda parte del combate.
En el 6º asalto empezó a verse el potencial del madrileño. Dominó el ring, entró y salió cuándo y cómo quiso, llegó con facilidad con el jab e intercaló nítidos directos de izquierda. Su primer round ganado de manera clara que no era sino una advertencia. En el 7º el dominio del español fue todavía más claro, a pesar de que el público comenzó a apoyar con fuerza a su púgil, sabedor de que estaba pasando por un momento difícil. Campillo persiguió al argentino, llegándole continuamente. Pudimos asistir a uno de esos momentos que hacen del nuestro un boxeador especial: alternando la derecha en jab y crochet, combinaciones de ganchos y cambio al upper, el recto de izquierda estrellándose en el rival, dominio de todas las distancias, esquiva y protección frente a los escasos golpes que el adversario puede lanzar. El pómulo izquierdo del argentino comenzaba a mostrar que era otra pelea.
Los siguientes dos asaltos siguieron el mismo camino y fueron claros para el español. Al salir al 10º, Atocha comentaba “este es el momento”. En la TV argentina, por su parte, se afirmaba que nunca habían visto a Garay tan perdido, tan superado por un rival. El “pigu” es guapo (en significado argentino) donde los haya y, viéndose apurado, decidió pelear en el infight. Pero Campillo no tuvo problema alguno para aceptar el reto. Bien tapadito, manos rápidas que estallaban abajo y arriba, y cuando “se cansaba”, pasito atrás y vuelta a empezar. Otro round claro del español ante un rival ya muy lastimado.
El 11º siguió la misma tónica, con Garay buscando la corta; valiente, pero llevándose la peor parte. El español, impecable físicamente, a punto estuvo de acabar el combate por la vía rápida. Pero la resistencia del rival, la ya mencionada falta de peso en la pegada y, sobre todo, una interrupción para colocar la cinta del guante, primero, y la campana, después, lo impidieron. Osvaldo Príncipi lo explicaba, con su habitual pasión, a la perfección: “Garay está peleando con un corazón de león. Técnica, estratégica y físicamente desbordado. Pero le mete la cara a la pelea… y le mete la cara al puño de Campillo”.
En el último round el argentino, de manera admirable, lanzó todo lo que tenía. Arrinconó contra las cuerdas al rival durante minuto y medio, tirando manos continuamente, aunque ninguna dañó al español y fueron pocas las que encontraron algo que no fueran los guantes o los brazos. A partir de la mitad, con Garay ya exhausto, fue el turno del madrileño. Las mejores manos fueron suyas y el argentino tuvo que agarrarse en varias ocasiones. Si puntuamos fríamente, también debe ser este round del español, aunque pocos lo hicieran así.
Llegaba el momento de las temibles decisiones de los jueces. Graziutti comenzó con el panameño Pérez Pineda: 114-115 Campillo. La segunda anotación en ser presentada fue la de Portocarrero, 114-114. Finalmente, la del mexicano Alfredo Polanco, 113-114 para el español (imagino que 6 rounds para cada uno, pero uno 10-8 para el nuestro; sorprendente, al menos). Campillo era declarado nuevo campeón del mundo del semipesado, versión WBA. Sergio Chiarito, para TYC, la tenía 116-114 para el español. En su día, yo puntué 116-113. Aunque hubo rounds cerrados, no creo que Gabriel perdiera más de 4 y, posiblemente, sólo los tres primeros. Cuando Smoger alzaba la mano del nuevo propietario del título, Príncipi la calificaba como “la sorpresa más grande en la historia de los títulos mundiales en la República Argentina”. Ningún abucheo al resultado; al contrario, el público argentino, caballero, aplaudió al nuevo campeón.
Lo que no habían podido hacer Luis Rayo, Young Martín, ni Domingo Barrera, ganar el título en Argentina, lo acababa de conseguir, en LA NOCHE MÁGICA DE SUNCHALES, Gabriel Campillo.

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