16 de octubre de 1963. Ocho líneas mecanografiadas, un puñado de signos telegráficos, lanzados al vuelo desde la lejana orilla argentina como una negra y trágica paloma mensajera, anuncia los españoles el fallecimiento, en Mar del Plata, de José Martínez Valero, el pugilista que popularizó el seudónimo de “Tigre de Alfara”.
Había nacido en la localidad valenciana de Alfara del Patriarca, el año 1911, y, después de trabajar en una fábrica de conservas y otra de ladrillos, decidió consagrar la fuerza explosiva de sus músculos al deporte del pugilismo. Sus primeros combates como aficionado los entabló en Valencia, en 1929, dentro de la categoría de los pesos ligeros. Pronto se le conoce por “El tigre de Alfara”, en honor de la endiablada ferocidad que desplieguen sus peleas, cualidad que le dispara hacia la fama deportiva durante las Fallas de 1930, en que arrebata a Antonio Galiola -por golpe bajo en el octavo “round”- el cinturón nacional de los semipesados. Meses después, en plena canícula valenciana, el “Tigre” obliga a abandonar en seis asaltos a Amador Rodríguez, y el 9 de agosto retiene la corona venciendo a Edelmiro Otero por descalificación en el tercer periodo.
A partir de aquel verano, José Martínez Valero se transforma en el ídolo de los aficionados valencianos, ante quienes obtiene importantes victorias: gana al argentino Bob Yuseff, al francés Lebriza, al belga Sportiello..., y, en el año 1931, la víspera de la festividad de San José, intenta sin éxito, en Valencia, la conquista del campeonato de Europa de pesos semipesados, que posee el alemán Ernst Pistulla. Al final de los quince asaltos, el árbitro francés M. Schemann decretó la victoria por puntos del germano; decisión acogida con violentas protestas por el público, que intentó agredir al referido colegiado y al que la I.B.U. inhabilitó para dirigir encuentros internacionales durante un plazo de dos años.
En junio de 1932, el “Tigre” vuelve a intentar la conquista del título europeo, a la sazón vacante por haber sido descalificado Ernst Pistulla. Lo disputa ante otro boxeador alemán, Adolf Heuser, uno de los “uncheurs” más temibles de la división, en la Plaza de Toros de Valencia. Y esta vez el “Tigre” -excedido en fogosidad y corto de inteligencia- es derribado hasta la cuenta completa en el primer asalto.
El resultado negativo de este combate pareció echar por tierra las últimas esperanzas del “Tigre” y de sus numerosos seguidores. Pero el “Tigre” era hombre tozudo de los que no abandonan fácilmente un propósito. Después de dos meses de obligado reposo, vuelve al cuadrilátero con nuevos bríos. Derrota a Luis Logan, el famoso boxeador filipino; vence al portugués Rodríguez, al italianoMeroni; hace nulo con Ignacio Ara en Madrid, y, tras una serie ininterrumpida de victorias, consigue que la I.B.U. le nombre -por tercera vez- aspirantes al trono continental de los semipesados.
Y así fue como el 7 de enero de 1934 el “Tigre de Alfara”, más agresivo que nunca” superó por puntos al belga Leonard Staeyert, en el Olympia de Barcelona. Por fin la codiciada corona se ajustaba en las sienes del valenciano.
Pero solo podría lucirla durante tres meses. El 26 de mayo de 1934, el “Tigre” la pone el juego ante el campeón del mundo de la categoría, Marcel Thil, en París. Y, en el décimotercer asalto, el árbitro descalifica al valenciano por supuestas irregularidades, proclamando vencedor al francés. ¿Qué ha ocurrido? Nadie se lo explica. Los dos jueces del combate -uno de ellos Juan Casanovas- elevaron una protesta la I.B.U., quién suspendió al árbitro en sus funciones por un periodo de seis meses. Pero el título quedó en manos de Marcel Thil.
Durante la guerra española, el “Tigre de Alfara” combatió en varios países europeos, y poco después embarcó rumbo a Sudamérica, donde se enfrentó a las figuras más destacadas de su tiempo. Un tiempo que concluye en 1945, año en que desciende por última vez las escalerillas del “ring” y pasa ejercer el oficio de preparador y “manager” en Mar del Plata, desde donde, el 16 de octubre de 1963, vuela hacia España la noticia -un puñado de signos telemáticos- de su muerte.
Había nacido en la localidad valenciana de Alfara del Patriarca, el año 1911, y, después de trabajar en una fábrica de conservas y otra de ladrillos, decidió consagrar la fuerza explosiva de sus músculos al deporte del pugilismo. Sus primeros combates como aficionado los entabló en Valencia, en 1929, dentro de la categoría de los pesos ligeros. Pronto se le conoce por “El tigre de Alfara”, en honor de la endiablada ferocidad que desplieguen sus peleas, cualidad que le dispara hacia la fama deportiva durante las Fallas de 1930, en que arrebata a Antonio Galiola -por golpe bajo en el octavo “round”- el cinturón nacional de los semipesados. Meses después, en plena canícula valenciana, el “Tigre” obliga a abandonar en seis asaltos a Amador Rodríguez, y el 9 de agosto retiene la corona venciendo a Edelmiro Otero por descalificación en el tercer periodo.
A partir de aquel verano, José Martínez Valero se transforma en el ídolo de los aficionados valencianos, ante quienes obtiene importantes victorias: gana al argentino Bob Yuseff, al francés Lebriza, al belga Sportiello..., y, en el año 1931, la víspera de la festividad de San José, intenta sin éxito, en Valencia, la conquista del campeonato de Europa de pesos semipesados, que posee el alemán Ernst Pistulla. Al final de los quince asaltos, el árbitro francés M. Schemann decretó la victoria por puntos del germano; decisión acogida con violentas protestas por el público, que intentó agredir al referido colegiado y al que la I.B.U. inhabilitó para dirigir encuentros internacionales durante un plazo de dos años.
En junio de 1932, el “Tigre” vuelve a intentar la conquista del título europeo, a la sazón vacante por haber sido descalificado Ernst Pistulla. Lo disputa ante otro boxeador alemán, Adolf Heuser, uno de los “uncheurs” más temibles de la división, en la Plaza de Toros de Valencia. Y esta vez el “Tigre” -excedido en fogosidad y corto de inteligencia- es derribado hasta la cuenta completa en el primer asalto.
Y así fue como el 7 de enero de 1934 el “Tigre de Alfara”, más agresivo que nunca” superó por puntos al belga Leonard Staeyert, en el Olympia de Barcelona. Por fin la codiciada corona se ajustaba en las sienes del valenciano.
Pero solo podría lucirla durante tres meses. El 26 de mayo de 1934, el “Tigre” la pone el juego ante el campeón del mundo de la categoría, Marcel Thil, en París. Y, en el décimotercer asalto, el árbitro descalifica al valenciano por supuestas irregularidades, proclamando vencedor al francés. ¿Qué ha ocurrido? Nadie se lo explica. Los dos jueces del combate -uno de ellos Juan Casanovas- elevaron una protesta la I.B.U., quién suspendió al árbitro en sus funciones por un periodo de seis meses. Pero el título quedó en manos de Marcel Thil.
Durante la guerra española, el “Tigre de Alfara” combatió en varios países europeos, y poco después embarcó rumbo a Sudamérica, donde se enfrentó a las figuras más destacadas de su tiempo. Un tiempo que concluye en 1945, año en que desciende por última vez las escalerillas del “ring” y pasa ejercer el oficio de preparador y “manager” en Mar del Plata, desde donde, el 16 de octubre de 1963, vuela hacia España la noticia -un puñado de signos telemáticos- de su muerte.
(Texto: "El boxeo". 1965. Meyer&Girard. Plinto)
Asi es que en 1929 combatia en el peso ligero y en 1930 en el semipesado? No se si me he perdido algo. Que me lo expliquen.
ResponderEliminarHola. Creo que puedo explicárselo José Luís. Conseguí leer la biografía entera del Tigre de Alfara en una Biblioteca Pública de Valencia. Lamentablemente, es difícil conseguir esta obra, al no repartirse ya desde el Ayuntamiento de Alfara del Patriarca (Valencia) por agotarse la 2ª Edición gratuita, publicada por la Diputación. En los días que estuve en Valencia, entre las sorpresas que me encontré disfrutando de su lectura, fue que empezó en un peso y cambió a otro. Junto al mánager Nicolás Calvo que lo contrató tras ganar el torneo amateur “Cinturón Valencia” de 1928, creció como boxeador haciéndose un hueco entre los púgiles valencianos de la época. En la “cuadra” de Calvo, en el gimnasio del frontón Jai-Alai valenciano (ya desaparecido), empezó a ganar fortaleza y peso para competir en los pesos semipesados, y gracias a una excelente preparación y a su talento, consiguió una cadena de victorias contra muchos púgiles de la región y de España (habría que rectificar las fechas del texto biográfico de más arriba). En los semipesados fue invencible. En 1930, efectivamente, tras muchos combates victoriosos, consiguió llegar a ser “challenger” al título Nacional de los semipesados contra el infortunado vasco Antonio Gabiola (falleció tras un combate contra Logan), título que estaba vacante al marchar entonces a EE.UU., el campeón Mateo de la Osa. Martínez de Alfara venció a Gabiola en el coso taurino valenciano, conquistando el título de los semipesados el 29-3-1930. Un título de semipesados del que fue el rey antes de la guerra civil, pues fue campeón Nacional desde 1930 hasta 1937 (año de guerra) ininterrumpidamete. Tras dos intentos por ser campeón de Europa en ese peso (contra los alemanes Pistula y Heuser), finalmente conquistó el título Europeo de los semipesados en 1934, contra el belga Steyaert, en Barcelona. Según he leído por internet, desde ese año, todavía no ha habido un púgil español que conquistara ese título Europeo de los semipesados. Lamentablemente, al Tigre de Alfara, a José Martínez Valero, tardaron muchos años en hacerle un homenaje como se merecía. Durante la postguerra española, como a otros púgiles les sucedió, fue silenciado y calumniado por hechos que nunca cometió, siendo difamado y condenado injustamente al olvido. Hace poco, en el 2015, se publicó su biografía escrita por un vecino del pueblo, y gracias a la Diputación valenciana se repartió gratuitamente. Después de muchos años, tras conocerse mejor su trayectoria deportiva exitosa, la verdad de lo que le pasó al púgil y a su familia durante la guerra (testimonios familiares), su exilio forzoso primero a Francia (1937) y después a la Argentina (1938-1963), donde fue un conocido y admirado entrenador, etc., se le ha dedicado en su pueblo una calle. Muy pocas veces se dedica una calle a un boxeador. Es una biografía interesante y desconocida, para leer por lo menos una vez. Lástima que no se haya reeditado y repartido nuevamente desde el municipio. Cuando pedí el libro por teléfono para que me la enviaran por correo, me dijeron desde su Ayuntamiento que ya estaba agotada y que la repartirían otra vez a voluntad de los políticos de turno. Es una obra sobre el boxeo de antes de la guerra y sus púgiles olvidados, recintos, acontecimientos, mánagers, etc., que especialmente recuerda a un deportista ídolo popular silenciado (como otros, injustamente). Un libro para tener en los estantes de los amantes del boxeo y que espero conseguir si se deciden a repartirla nuevamente. Gracias por permitirme comentar. José Manuel.
ResponderEliminar