Taylor vs Serrano III: el cierre épico

En algún momento del sexto asalto de la defensa del título superpluma de Alycia Baumgardner ante Jennifer Miranda, el Madison Square Garden estalló en un rugido sostenido. Pero no fue por lo que ocurría dentro del ring, sino por lo que se avecinaba. La atmósfera estaba cargada de una expectación única: Amanda Serrano y Katie Taylor estaban por cerrar su histórica trilogía.

Taylor vs Serrano III

Hasta entonces, los puertorriqueños habían sido mayoría ruidosa en las gradas. Cada aparición de Serrano en la pantalla gigante desde su camerino provocaba un estallido de banderas, cánticos y baile. Pero a mitad del combate, los irlandeses comenzaron a llenar el recinto. Llegaban en masa desde los bares cercanos, envueltos en sonrisas y cánticos, listos para apoyar a su heroína: Katie Taylor.

Dos pueblos, una misma pasión

La escena era digna de la historia del boxeo. Irlandeses y puertorriqueños compartiendo el templo sagrado del Madison Square Garden, llegados desde todos los rincones de Nueva York y desde sus propias tierras natales. Dos pasiones enfrentadas, cada una decidida a hacerse oír. Si Puerto Rico comenzó más fuerte en los decibelios, Irlanda respondió con determinación. La pelea de Baumgardner fue solo el preludio; el verdadero evento estaba por comenzar.

Y cuando sonaron los himnos nacionales —primero el Amhrán na bhFiann, luego el de Puerto Rico—, el fervor alcanzó su punto máximo. Todo ese sentimiento estaba enfocado en dos mujeres que transformaron el boxeo femenino: Taylor y Serrano. Rivales por circunstancia, leyendas por mérito propio.

El regreso de la reina boricua

Amanda Serrano salió con la energía de una estrella consagrada. Recibida por las porristas de los New York Knicks y acompañada por la cantante Natti Natasha, bailó rumbo al ring con la confianza de quien está en casa. Ya no era la misma joven emocionada de la primera pelea; esta vez era la anfitriona, la maestra de ceremonias. Había llegado su momento. Y si el corazón de Puerto Rico latía con fuerza esa noche, Serrano era quien marcaba el ritmo.

Taylor, la soledad de la campeona

Katie Taylor apareció sin música ni compañía. Sola, en la penumbra del túnel de entrada, parecía una figura sacada de un poema. Si Serrano representaba la fiesta, Taylor era la calma del amanecer. Desafiante como siempre, con la misión clara: demostrar que las probabilidades no son más que supersticiones.

Treinta asaltos para la historia

Durante una hora, las dos guerreras entregaron lo mejor del boxeo. No fue una pelea caótica ni llena de golpes de suerte. Fue técnica, cerebral, llena de estrategia y orgullo. Treinta asaltos —en tres combates— que construyeron una de las trilogías más emocionantes del deporte.

En la primera pelea, la coronación del boxeo femenino en el MSG. Serrano tuvo a Taylor al borde del nocaut en el quinto asalto. En la segunda, un cabezazo cortó a Serrano y amenazó con detener la pelea. Pero ella siguió adelante y, para muchos, ganó en el corazón del público si no en las tarjetas.

La tercera fue distinta: más controlada, más medida. Taylor dominó con su velocidad, su precisión y su plan de juego. Serrano nunca se rindió, presionó, buscó, pero la irlandesa la neutralizó con clase. Fue una lección sutil pero contundente. Al final, el público ya sabía lo que se avecinaba.

El veredicto

Cuando el anunciador Kody "Big Mo" Mommaerts leyó las tarjetas, los corazones puertorriqueños se encogieron. La fiesta, al menos para ellos, había terminado. Pero para los irlandeses, apenas comenzaba. Katie Taylor, una vez más, se imponía.

Y mientras el Madison Square Garden se vaciaba, también lo hacía la alegría. No por la derrota o la victoria, sino porque el viaje había llegado a su fin. Se cerraba un capítulo inolvidable en la historia del boxeo.

Chuck Mindenhall

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