Con Timothy Bradley se da la absurda situación de que por ser declarado injustamente campeón ante Manny Pacquiao por unos jueces con serios problemas visuales, o con servicios a precio asequible, se le cargó toda la culpa, pidiendo poco menos que renunciase al título y se disculpase. Las molestias aumentaron cuando su próximo encuentro no sería ante una primera figura famosa.
El elegido fue el ruso Ruslan Provodnikov, quien lleva peleando en Estados Unidos casi toda su carrera y a quien algunos no veían lo suficientemente atractivo. Benditas equivocaciones. La contienda resultó todo un gusto para el aficionado, una batalla intensa y constante, de continuos intercambios y cuya duración no parecía que iba a llegar a los doce asaltos. Todo ello aderezado con su pizca de polémica.
Las cosas empezaron fatal para Bradley o quizá todo lo contrario, depende cómo se mire. Porque el hecho de que el árbitro no contabilizase caída alguna es algo digno de estudio y a destacar por lo condicionante que esta negligencia terminó siendo para el resultado final. Pero el espectáculo fue de tal magnitud que toda esta controversia pareció quedar en un segundo plano.
Aunque no sería justo hablar de un ‘perdedor’. Bradley es un tipo más técnico que, tal vez motivado por los dimes y diretes sobre su triunfo ante Pacquiao, la puesta en duda de su campeonato y algunos comentarios sobre lo poco atractivo de su boxeo, quiso probar emociones fuertes y mostrar su versatilidad. Así se entienden esos intercambios suicidas y el poco uso de su movilidad al inicio.
Quedó demostrado que sabe dar espectáculo y que posee un muy buen encaje, bien testado por las bombas rusas de Ruslan. Boxeador perteneciente a esa hornada de peleadores del este de Europa que basan su éxito en su potencia física y pesadas manos, este no es el típico hombre de hielo. Busca a su rival, bromea, saca la lengua, muerde al oler la sangre… esa precipitación le impidió finiquitar a su rival en apenas unos minutos.
Incluso en el último asalto pudo rematar la faena si lograse un poco de temple a la hora de entrar a matar. Pero las fuerzas ya eran un recuerdo y el tiempo languidecía. Perdió la pelea pero ganó mucho más. El afortunado Bradley puntuó con su estilismo y Ruslan con su poder. No se hará, pero era digna una segunda entrega. Si otros llevan 4 o 5 con calzador, esta ¿por qué no?
El elegido fue el ruso Ruslan Provodnikov, quien lleva peleando en Estados Unidos casi toda su carrera y a quien algunos no veían lo suficientemente atractivo. Benditas equivocaciones. La contienda resultó todo un gusto para el aficionado, una batalla intensa y constante, de continuos intercambios y cuya duración no parecía que iba a llegar a los doce asaltos. Todo ello aderezado con su pizca de polémica.
Las cosas empezaron fatal para Bradley o quizá todo lo contrario, depende cómo se mire. Porque el hecho de que el árbitro no contabilizase caída alguna es algo digno de estudio y a destacar por lo condicionante que esta negligencia terminó siendo para el resultado final. Pero el espectáculo fue de tal magnitud que toda esta controversia pareció quedar en un segundo plano.
Aunque no sería justo hablar de un ‘perdedor’. Bradley es un tipo más técnico que, tal vez motivado por los dimes y diretes sobre su triunfo ante Pacquiao, la puesta en duda de su campeonato y algunos comentarios sobre lo poco atractivo de su boxeo, quiso probar emociones fuertes y mostrar su versatilidad. Así se entienden esos intercambios suicidas y el poco uso de su movilidad al inicio.
Quedó demostrado que sabe dar espectáculo y que posee un muy buen encaje, bien testado por las bombas rusas de Ruslan. Boxeador perteneciente a esa hornada de peleadores del este de Europa que basan su éxito en su potencia física y pesadas manos, este no es el típico hombre de hielo. Busca a su rival, bromea, saca la lengua, muerde al oler la sangre… esa precipitación le impidió finiquitar a su rival en apenas unos minutos.
Incluso en el último asalto pudo rematar la faena si lograse un poco de temple a la hora de entrar a matar. Pero las fuerzas ya eran un recuerdo y el tiempo languidecía. Perdió la pelea pero ganó mucho más. El afortunado Bradley puntuó con su estilismo y Ruslan con su poder. No se hará, pero era digna una segunda entrega. Si otros llevan 4 o 5 con calzador, esta ¿por qué no?