Por Marcos Vilaseca. - De todas las reseñas que he escrito hasta hoy en esta sección, esta es probablemente la más difícil, o por lo menos la que más miedo me da. ¿Por qué? Pues porque me avergüenza reconocer que no había oído hablar de Manuel Alcántara (Málaga, 1928) hasta hace un par de meses, porque me siento tan descolocado como un alumno examinando a su profesor y porque, si “el articulismo se presta a todas las tentaciones, desde el halago a la crítica innecesaria” —como arguye el propio Alcántara—, me temo que me voy a dejar llevar por el exceso de elogios y alabanzas… Pero como sea que esta columna no va sobre mí, sino sobre literatura y boxeo, me armo de valor, le pego un buen lingotazo al Dry Martini que me he preparado en honor al maestro y allá voy.
Para empezar, hagamos un poco de historia. En 1967 Alcántara entra a trabajar en Marca como firma principal de la sección de boxeo sustituyendo a Fernando Vadillo —de quien ya comentamos hace poco la novela Doce cuerdas en esta misma sección—, que fichó por As. Alcántara pasó once años en el diario deportivo, de 1967 a 1978, coincidiendo con la edad de oro del boxeo español: nunca antes tuvimos tantos campeones del mundo en una misma década (Legrá, Carrasco, Perico Fernández, José Durán, Miguel Velázquez y Cecilio Lastra). Por suerte para los aficionados, Manuel Alcántara estuvo allí, acompañado por su fiel Olivetti, para contarlo. Su último artículo data del 7 mayo 1978, exactamente un mes antes de que yo naciera (lo cual no justifica mi ignorancia).
El libro recoge quince crónicas de combates míticos (Legrá vs. Winstone, Carrasco vs. Ramos, Perico Fernández vs. Furuyama, Ali vs. Evangelista…) que ejemplifican lo mejor de la prosa pugilística —y deportiva— de este país. Además del periodismo, Alcántara siempre ha cultivado la poesía (género en el que ha recibido varios premios) y eso se nota. Sus artículos son tan livianos y concisos como líricos y de una notable riqueza léxica; las frases cortas y transparentes, se diría que etéreas, y los adjetivos de una precisión quirúrgica. A menudo comienza explicando el resultado de la pelea: lo importante no es tanto el qué sino el cómo; Alcántara no trata de retener la atención del lector para acabar sacándose un final dramático de la chistera, sino que lo atrapa y lo hipnotiza desde el principio, y en eso es un verdadero maestro.
Como no se me ocurren más elogios que añadir a los que ya expresan José Luis Garci en el epílogo, los antólogos en la introducción y Jorge Bustos en un artículo de la revista Jot Down, lo mejor es que les transcriba una muestra de su arte. Escribe Alcántara sobre la rapidez del “Puma de Baracoa”: “Legrá ha añadido un guarismo al clásico uno-dos. Genéricamente conecta sus puños por tres veces. Salen como pedradas de sus brazos delgados y fuertes como cables”; sobre los apuros de “El Más Grande de Todos los Tiempos”: “Ali se tapa como puede, se refugia en el pentagrama de las cuerdas, pero su música ya es otra”; y sobre la izquierda de Mando Ramos: “Algo fulgurante, restallante, venenoso, tiene este «manito» de California en su mano izquierda. Es como el látigo de las siete colas. Como la bicha que no quiero nombrar, como el rayo que no cesa del poeta inolvidable. Es algo abrumador y certero, como un insulto merecido. Participa del florete y de la honda, del martillo pilón y de la guadaña. Bajo los músculos suaves, largos y nada epatantes del ex campeón mundial hay muelles, resortes y palancas. Cantemos esa izquierda si seguimos sabiendo apreciar ese deporte que a veces no lo es y que llamamos boxeo.”
Al leer a Manuel Alcántara se tiene la impresión de que, en general, antaño el nivel de escritura era más alto, o como mínimo, de que se pensaba más antes de escribir; no es lo mismo escribir a máquina —donde no es sencillo realizar correcciones— que en un ordenador —donde el texto es susceptible de modificarse fácilmente tanto como se quiera—; no es lo mismo publicar en prensa impresa —donde las palabras quedan fijadas para siempre— que en un sitio web o en un blog—donde, de nuevo, los artículos pueden retocarse a lo largo del tiempo (y si no pregúntenle al editor de esta página la de pequeños cambios que le he pedido que hiciera en casi todos las reseñas que he escrito…)—. Por eso al sumergirse en la prosa de Alcántara a uno le entran ganas de escribir más, pero sobre todo, de escribir mejor.
Tras las quince crónicas, el libro incluye una extensa y jugosa entrevista al autor realizada en su casa de El Rincón de la Victoria (¿se les ocurre una población más apropiada?). Intercalando siempre multitud de anécdotas, Alcántara repasa su trayectoria profesional, la historia y la actualidad del boxeo, su ética y estética a la hora de enfrentarse a la escritura, así como muchos otros temas. Si algo llama la atención es la modestia que destila en frases como: “Yo no sé lo que se ha podido apreciar en mis crónicas. Tienen un mérito único: la urgencia” (personalmente, se me ocurren bastantes más), y “sinceramente, me pregunto qué interés puede tener para un lector, años después, releer aquello” (pues yo creo que mucho, muchísimo interés). Al acabar el libro uno se queda como noqueado y le invade la gratificante sensación de que acaba de conocer a un amigo.
Por último, quisiera transmitir mi más sincero agradecimiento a Teodoro León Gross y Agustín Rivera, artífices de este magnífico libro, por abrirme los ojos —a mí y seguramente a muchos que, como yo, nacieron justo cuando el boxeo desapareció de los medios de comunicación estatales—. Y por supuesto, también a Álvaro Llorca y los demás editores de Libros del K.O. por publicar obras tan extraordinarias como ésta.
La edad de oro del boxeo . 15 asaltos de leyenda
Manuel Alcántara
Crónicas periodísticas
Ed. Libros del K.O., 2014, 204 págs.
La edad de oro del boxeo . 15 asaltos de leyenda
Manuel Alcántara
Crónicas periodísticas
Ed. Libros del K.O., 2014, 204 págs.
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Literatura
Manolo Alcántara siempre escribió muy bien de boxeo sus crónicas en el Marca eran una maravilla.
ResponderEliminarMuy buen libro y muy bien escritos los combates de José
ResponderEliminarDurán cuando le ganó a Koichi Wajima el campeonato del
Mundo de peso Superwelter en Tokio en una encerrona pues el arbitro era japonés, los 3 jueces eran japoneses ,el campeón
era japonés y el aspirante era.....español pero esa noche nadie podía con Pepe Durán que lo noqueo en el penúltimo
asalto ,entonces los combates estaban pactados a 15 asaltos,
y Pepe Dur a n volvió a España como campeón del mundo.
Hasta siempre MAESTRO Manolo Alcantara ����.
ResponderEliminarManolo Alcantara era un maestro de literatura lo que escribip del combate
ResponderEliminaren el que Pepe Durán le ganó al japonés Koichi Wajima la corona de campeón del mundo de los pesos superwelter es una maravilla.
Gracias por recordar al gran Manolo Alcántara.
ResponderEliminarEste libro es otra mierda española .
ResponderEliminarManuel 47 :
ResponderEliminar¿caso tu has leído este gran libro del gran Manuel Alcántara ?
Pues me parece que tu no has leído ni el prospecto de una aspirina ?
Manuel 47 :
ResponderEliminarEres un subnormal y un payasete.
Este libro es muy bueno.
ResponderEliminarMANUEL ALCANTARA ESCRIBIA DE BOXEO MUY BIEN
ResponderEliminarIgual que Pepe Legrá y Pepe Durán boxeaba como los angeles Manolo Alcántara escribía como los angeles.
ResponderEliminarManuel Alcántara escribía muy bien de boxeo ahora estará en otra vida junto a Fernando Vadillo y el mismisimo Nat Fleischer hablando fr boxeo.
ResponderEliminarManuel Alcántara siempre escribió muy bien de boxeo.
ResponderEliminarGracias por recordar este libro.��
ResponderEliminarGracias por escribir de este gran escritor.
ResponderEliminarManolo Alcántara escribí a muy bien de boxeo .
ResponderEliminarGracias por hablar de este libro.
Es un buen libro.
ResponderEliminarEste libro está de puta madre.
ResponderEliminarMuy buen libro.��
ResponderEliminarManuel 47 :
ResponderEliminarEres un subnormal profundo.
Este libro es una maravilla
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