'El más grande, mi propia historia', de Richard Durham

El más grande mi propia historia Richard Durham
Por Marcos Vilaseca. - Sobre Muhammad Ali se han dicho infinidad de cosas. Es, sin duda, el boxeador más famoso de todos los tiempos, el más polémico, del que más se ha escrito y del que más se escribirá. Aquí mismo hemos comentado ya dos libros sobre Ali –El Combate, de Norman Mailer, y Rey del mundo, de David Remnick – y tenemos pendientes por lo menos otros dos más. Sin embargo, El más grande es el único escrito directamente por su protagonista, eso sí, con ayuda del periodista Richard Durham. Por tanto, tal y como reza el subtítulo, aquí Ali explica su propia historia, su versión de los hechos; y como ocurre en toda autobiografía, esa versión es parcial, subjetiva y sesgada. Sin embargo, esto no impide que también resulte entretenido e interesantísimo conocer de primera mano los puntos de vista y opiniones de su autor.
Queda por dilucidar el espinoso tema de separar la verdad de la leyenda. En la mayoría de casos, Ali se inclina por la leyenda, lo cual no sorprenderá a nadie que conozca mínimamente su carácter fanfarrón y jactancioso. Poco importa si, como afirma David Remnick en la biografía anteriormente citada, en realidad Ali no arrojó su medalla de oro al río Ohio o si el espectáculo que montó durante el pesaje del primer combate contra Liston fue premeditado o simplemente fruto del miedo y de la histeria del momento. La versión de Ali tiene suficiente peso y convicción como para que la demos por buena: a estas alturas no le vamos a afear que decore la realidad con una pizca de orgullo de cosecha propia, ¿verdad? Como dicen en Italia, “se non è vero, è ben trovato”.
El libro arranca en el mes de marzo de 1973, con la derrota de Ali ante Ken Norton —la segunda de su carrera hasta la fecha― y la posterior recuperación en el hospital. Ali salió de aquel combate con la mandíbula rota y pasó un largo periodo de recuperación en su ciudad natal, Louisville, Kentucky, momento que aprovecha en la narración para recordar su infancia y sus primeros pasos como boxeador ―el famoso robo de la bicicleta que le llevó a pedir ayuda a un policía que daba clases de boxeo en un gimnasio de la ciudad—. A partir de ahí, el relato sigue un orden cronológico: sus primeras victorias en el torneo de los Golden Gloves, la medalla de oro de las Olimpiadas de Roma de 1960, el salto a profesional, la conquista del título mundial de los pesos pesados frente a Sonny Liston, la suspensión por su negativa a incorporarse al ejército de los EE.UU., su retorno tres años después, el Combate del Siglo con Joe Frazier, la reconquista del título en Kinshasa contra Foreman y finalmente, la tercera y última pelea contra Frazier en Manila en 1975. En total, casi 30 años de una de las carreras profesionales más apasionantes de la historia del deporte.
En mi opinión, Ali se detiene en exceso en los motivos que condujeron a su conversión al Islam así como en todo el proceso legal que llevó desde su inhabilitación hasta su vuelta al cuadrilátero, pero no hay que olvidar que fue precisamente durante ese periodo de inactividad cuando su manager y guía espiritual, Herbert Muhammad, le recomendó que pusiese por escrito sus memorias, incluyendo ideas y opiniones políticas y religiosas —una tarea que acabó alargándose hasta 1976…—. Por lo tanto, la influencia de la Nación del Islam y sus acólitos, los Musulmanes Negros, está muy presente a lo largo de todo el libro.
Se echa en falta, en cambio, un enfoque más profundo de algunos de sus combates más trascendentales, especialmente el primero y el último que libró contra Frazier (el Thrilla in Manila, capítulo que cierra el libro, apenas ocupa ocho páginas escritas a vuelapluma). Eso sí, también contiene pasajes de un valor incalculable como la hilarante conversación con Frazier que Ali grabó en un magnetofón durante un largo viaje en coche y que está transcrita palabra por palabra (con lo que debemos asumir que es absolutamente verídica).
Ahora viene la parte que menos me gusta de la reseña pero que sería deshonesto por mi parte dejar de comentar. Y es que, a pesar del encomiable esfuerzo de T&B editores por recuperar las memorias de Muhammad Ali (la anterior versión en castellano data de 1976), debo decir que el trabajo editorial deja mucho que desear. Para empezar, la traducción es bastante precaria (¿“baseball” traducido como “pelota base”?, ¿“The Beatles” pasan a ser “Las Cucarachas”?), la puntuación es nefasta (hay una sobreabundancia de comas y la mayoría parecen colocadas al azar), en la maquetación de los párrafos a menudo aparece un punto y aparte donde no hay ni lo uno ni lo otro (como en la solapa de la contraportada) y el texto está trufado de gazapos y errores tipográficos. Sin embargo, todos estos deslices, aunque incómodos, no impiden que el mensaje de El Más Grande de Todos los Tiempos acabe llegando claro y limpio como una mañana de primavera.


El más grande, mi propia historia
Muhammad Ali y Richard Durham
Autobiografía
Ed. T&B, 2014, 534 págs.

9 Comentarios

  1. Cassius Clay era un mono y un pinche payaso.

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  2. Manuel 47 :
    Buscate un circo para hacer el payaso en vez de venir aquí a Boxeo Total.

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  3. MANUEL 47 :
    SEÑOR MEXICANO
    DEJA DE HACER APOLOGÍA DE LA INCULTURA .

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  4. Cristóbal Toledo06 octubre, 2020 01:56

    Manuel 47 = BUFÓN DE BOXEO TOTAL.

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  5. John Ruiz Jr habría dejado Ko a Muhammad Alí.

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  6. BEATRIZ RUBIO MECA10 octubre, 2021 15:11

    EL TACUARINERO:
    JOHN RUIZ JUNIOR HABRÍA DEJADO KO A MUHAMMAD ALÍ CON SUS NARICES.

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  7. El Tacuarinero = Payaso de payasos.

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  8. Pancho Arestizabal10 octubre, 2021 15:44

    Muhammad Alí era el José Legrá de los pesos completos.

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  9. El Tacuarinero:
    Comparar a John Ruiz Jr con Cassius Clay es como comparar tu cerebro con el de Albert Einstein.

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