Decía Tolkien que donde no falta voluntad siempre hay un camino. Si algo ha demostrado Petr Petrov es que nunca perdió el suyo. Por difíciles que se pusieran las cosas. En 2013, tras caer en Montenegro por un cinturón de esos que se supone abren puertas, muchos torcían el gesto lamentando la mala suerte del ‘Zar’.
Mascullando lo perro que es el destino, parecía que Petrov estaba atascado, sin un rumbo claro, con una carrera que se marchitaba sin remedio. Pero este ruso de Vallecas no perdió de vista su objetivo ni la fe en alcanzarlo. Las piedras en el camino no eran ninguna novedad.
En 1999, Petrov llega a Madrid sin apenas hablar español. En un par de semanas consigue contactar con Ricardo Sánchez Atocha para que le entrenara. A los 17 debutó como profesional. Desde entonces se acumulan las victorias, sazonadas con escasos empates o derrotas. 10 años después llega el primer título profesional: campeonato latino del peso ligero del Consejo Mundial.
23 de octubre de 2011, la gran oportunidad. Llega con sorpresa y alevosía. En pocos días debe enfrentarse al temible Marcos Maidana, en Argentina y en una categoría superior a la habitual. Pero un mundial bien vale el riesgo.
El ‘Chino’ impuso su mano de hierro. Los comentaristas argentinos definieron al de Vallecas como boxeador fino pero con puños de algodón.
Pareciera que esta experiencia, tan precipitada como intensa, sería lo más cercano que estaría de la cima. Pero no. De nuevo su firme voluntad le lleva a tomar una decisión que lo cambiaría todo. Toma el petate y vuela a Estados Unidos. Puestos a soñar, que sea a lo grande.
"USA es la meca del boxeo. Ahí están los mejores entrenadores, boxeadores y la mejores bolsas. Si quieres ser reconocido a nivel mundial tienes que boxear allí".
Los inicios no son sencillos. Darse a conocer en muchos gimnasios sin apenas hablar inglés, habitaciones con cucarachas… Hasta se cancelan importantes compromisos. Se buscaba con urgencia un rival para Mickey Bey, protegido de Floyd Mayweather Jr., Petrov fue el elegido. Lástima que días más tarde se informaron de quién era y lo sustituyeron por otro tipo, se supone que más asequible.
El dinero escasea y toca retirada. Pero como Hollywood estaba cerca, una llamada en el último momento supone la salvación para nuestro protagonista. La prestigiosa cadena ESPN busca boxeadores para un torneo televisado a nivel nacional. Torneo Boxcino, lo llaman. Petrov no solo participa, sino que gana. A su paso dejó tres víctimas, dos de ellas despachadas por la vía rápida. Los puños de algodón ya no son de azúcar.
Su entrenador en esta aventura, Danny Zamora, ha dado un toque picante a Petrov, trabajando y mejorando todos sus aspectos, resistencia, fuerza, velocidad y estrategia. Su éxito más reciente ha sido ante Michael Pérez, 7 años más joven -representado por Óscar De La Hoya y entrenado por Robert García-, a quien superó con una contundencia y claridad insospechadas.
"Estoy ansioso por ser campeón del mundo cuanto antes porque lo he peleado mucho".
En este camino lleno de baches, Petr Petrov ha mostrado una inusitada fiabilidad. Sin estridencias ni salidas de tono, con humildad y sacrificio, por fin podrá disputar el título mundial. Ya nadie duda de su calidad como boxeador, pero solo por su fuerza de voluntad y pasión por el boxeo, pocas veces habría un campeón del mundo tan ejemplar y merecido.
Mascullando lo perro que es el destino, parecía que Petrov estaba atascado, sin un rumbo claro, con una carrera que se marchitaba sin remedio. Pero este ruso de Vallecas no perdió de vista su objetivo ni la fe en alcanzarlo. Las piedras en el camino no eran ninguna novedad.
En 1999, Petrov llega a Madrid sin apenas hablar español. En un par de semanas consigue contactar con Ricardo Sánchez Atocha para que le entrenara. A los 17 debutó como profesional. Desde entonces se acumulan las victorias, sazonadas con escasos empates o derrotas. 10 años después llega el primer título profesional: campeonato latino del peso ligero del Consejo Mundial.
23 de octubre de 2011, la gran oportunidad. Llega con sorpresa y alevosía. En pocos días debe enfrentarse al temible Marcos Maidana, en Argentina y en una categoría superior a la habitual. Pero un mundial bien vale el riesgo.
El ‘Chino’ impuso su mano de hierro. Los comentaristas argentinos definieron al de Vallecas como boxeador fino pero con puños de algodón.
Pareciera que esta experiencia, tan precipitada como intensa, sería lo más cercano que estaría de la cima. Pero no. De nuevo su firme voluntad le lleva a tomar una decisión que lo cambiaría todo. Toma el petate y vuela a Estados Unidos. Puestos a soñar, que sea a lo grande.
"USA es la meca del boxeo. Ahí están los mejores entrenadores, boxeadores y la mejores bolsas. Si quieres ser reconocido a nivel mundial tienes que boxear allí".
Los inicios no son sencillos. Darse a conocer en muchos gimnasios sin apenas hablar inglés, habitaciones con cucarachas… Hasta se cancelan importantes compromisos. Se buscaba con urgencia un rival para Mickey Bey, protegido de Floyd Mayweather Jr., Petrov fue el elegido. Lástima que días más tarde se informaron de quién era y lo sustituyeron por otro tipo, se supone que más asequible.
El dinero escasea y toca retirada. Pero como Hollywood estaba cerca, una llamada en el último momento supone la salvación para nuestro protagonista. La prestigiosa cadena ESPN busca boxeadores para un torneo televisado a nivel nacional. Torneo Boxcino, lo llaman. Petrov no solo participa, sino que gana. A su paso dejó tres víctimas, dos de ellas despachadas por la vía rápida. Los puños de algodón ya no son de azúcar.
Su entrenador en esta aventura, Danny Zamora, ha dado un toque picante a Petrov, trabajando y mejorando todos sus aspectos, resistencia, fuerza, velocidad y estrategia. Su éxito más reciente ha sido ante Michael Pérez, 7 años más joven -representado por Óscar De La Hoya y entrenado por Robert García-, a quien superó con una contundencia y claridad insospechadas.
"Estoy ansioso por ser campeón del mundo cuanto antes porque lo he peleado mucho".
En este camino lleno de baches, Petr Petrov ha mostrado una inusitada fiabilidad. Sin estridencias ni salidas de tono, con humildad y sacrificio, por fin podrá disputar el título mundial. Ya nadie duda de su calidad como boxeador, pero solo por su fuerza de voluntad y pasión por el boxeo, pocas veces habría un campeón del mundo tan ejemplar y merecido.