Fran Cubia. - Ojeando las clasificaciones de diversos medios -Boxrec, The Ring Magazine, ESPN...- sobre los mejores boxeadores del planeta, hay un detalle en el que coinciden: Jorge Linares ni se acerca a los diez primeros. El venezolano es un tipo cuyo reconocimiento no acompaña a su calidad. No es un bocazas ni busca polémica, tampoco es producto de ningún gran promotor americano -quizá este detalle sea relevante-, pero no ser incluído entre los mejores, siendo uno de los más talentosos latinos de hoy, sorprende.
Quizá hasta sea el más talentoso. No te pases, me dirán algunos. Lo cierto es que el apodado 'Niño de oro' comenzó a brillar en 2007, cuando, con 21 años, se proclamó campeón mundial (CMB) del peso pluma, tras vencer por KOT al mexicano Óscar Larios, en Las Vegas. Cinco años antes, había desembarcado en Japón de la mano del promotor Akihiko Honda, quien dejó en manos de los orfebres del reconocido Teiken Boxing Gym de Tokio la labor de pulir este diamante latino.
El resultado no podía ser mejor, pues en 2008 sumó su segundo título mundial (AMB), esta vez en el peso superligero y, de nuevo, por KOT, ante el panameño Whyber Garcia, quien peleaba en casa. La nubes que impidieron observar el idílico paisaje que se adivinaba en el horizonte de Linares llegaron en 2009. Peleando en Japón, un ciclón mexicano llamado Juan Carlos Salgado, tornó el día en negra noche cuando noqueó a la joven estrella.
Antonio DeMarco y Sergio Thomson repetirían resultado en 2010 y 2011, respectivamente. Linares no tiene encaje, no era para tanto, tanto humo no dejaba respirar... Típicas frases crudas y desalentadoras que florecen tan bien en el tronco caído. A la vista de los resultados, aquella primera derrota dejó secuelas que costó superar, pero esa es la cualidad de un campeón, alzarse de entre la maleza que lo inmoviliza en el suelo.
Desde 2014, Linares es el campeón mundial del peso ligero por el CMB. Ha peleado en sus dos patrias, Venezuela y Japón, y defendió con éxito es los lugares más ostiles, Estados Unidos e Inglaterra, donde tuvo que pelear mientras a miles de kilometros nacía su hija. “Cuando tienes un sueño y ganas, así hayan miles de barreras y obstáculos, no puedes perder el enfoque. Con el sacrifico vienen muchas recompensas”. Un historial lleno de países, desafíos y victorias que no todos los 'TOP 10' poseen.
No rehúye a nadie y su máxima aspiración para 2018 es enfrentarse al invicto Mikey García o al genio Vasyl Lomachenko. “No voy a dar nombres, pero muchos hablan de mí. Que dejen de hablar y se suban al ring conmigo”. Sería la pelea de su vida, la que traería el reconocimiento merecido y actualizaría su valor en el mercado. Porque Linares es técnica, movimiento e inteligencia; es boxeo de alta costura que merece más atención. Es hora de que el gran público pueda conocer y disfrutar del venezolano.
Quizá hasta sea el más talentoso. No te pases, me dirán algunos. Lo cierto es que el apodado 'Niño de oro' comenzó a brillar en 2007, cuando, con 21 años, se proclamó campeón mundial (CMB) del peso pluma, tras vencer por KOT al mexicano Óscar Larios, en Las Vegas. Cinco años antes, había desembarcado en Japón de la mano del promotor Akihiko Honda, quien dejó en manos de los orfebres del reconocido Teiken Boxing Gym de Tokio la labor de pulir este diamante latino.
El resultado no podía ser mejor, pues en 2008 sumó su segundo título mundial (AMB), esta vez en el peso superligero y, de nuevo, por KOT, ante el panameño Whyber Garcia, quien peleaba en casa. La nubes que impidieron observar el idílico paisaje que se adivinaba en el horizonte de Linares llegaron en 2009. Peleando en Japón, un ciclón mexicano llamado Juan Carlos Salgado, tornó el día en negra noche cuando noqueó a la joven estrella.
Antonio DeMarco y Sergio Thomson repetirían resultado en 2010 y 2011, respectivamente. Linares no tiene encaje, no era para tanto, tanto humo no dejaba respirar... Típicas frases crudas y desalentadoras que florecen tan bien en el tronco caído. A la vista de los resultados, aquella primera derrota dejó secuelas que costó superar, pero esa es la cualidad de un campeón, alzarse de entre la maleza que lo inmoviliza en el suelo.
Desde 2014, Linares es el campeón mundial del peso ligero por el CMB. Ha peleado en sus dos patrias, Venezuela y Japón, y defendió con éxito es los lugares más ostiles, Estados Unidos e Inglaterra, donde tuvo que pelear mientras a miles de kilometros nacía su hija. “Cuando tienes un sueño y ganas, así hayan miles de barreras y obstáculos, no puedes perder el enfoque. Con el sacrifico vienen muchas recompensas”. Un historial lleno de países, desafíos y victorias que no todos los 'TOP 10' poseen.
No rehúye a nadie y su máxima aspiración para 2018 es enfrentarse al invicto Mikey García o al genio Vasyl Lomachenko. “No voy a dar nombres, pero muchos hablan de mí. Que dejen de hablar y se suban al ring conmigo”. Sería la pelea de su vida, la que traería el reconocimiento merecido y actualizaría su valor en el mercado. Porque Linares es técnica, movimiento e inteligencia; es boxeo de alta costura que merece más atención. Es hora de que el gran público pueda conocer y disfrutar del venezolano.