Mayweather reniega de Aquiles

Floyd Mayweather Jr
Aquiles se encontró ante un dilema: optar por una vida próspera y placentera, pero sin gloria; o una vida más breve, pero cuya fama sería eterna. Miles de años después, todos conocemos la elección que tomó el héroe griego que murió en Troya. El anhelo por ser recordado dejando un digno legado fue durante largo tiempo la motivación que guiaba las decisiones más trascendentes de muchas personas.

Si hoy vemos a los deportistas como los héroes modernos, Floyd Mayweather Jr es uno de los más legendarios. Bendecido por los dioses con un talento excepcional que supo pulir y aprovechar con esfuerzo y constancia, compartía la inquietud de Aquiles. “En los libros de historia, mi nombre vivirá para siempre. Lo que me diferencia de cualquier otro boxeador es que mis récords están para quedarse”, afirmaba en su cénit.

Siempre mostró interés por su espacio entre los más grandes. “He estado peleando desde que Michael Jordan jugaba baloncesto. Estuve invicto desde entonces hasta ahora que la carrera de LeBron James casi ha terminado, y todavía me pagan. Dicen que LeBron es el deportista de la década, entonces ¿soy yo el deportista del siglo?”.
En los libros de historia, mi nombre vivirá para siempre
En 2015, tras vencer a Andre Berto, Floyd ponía punto final a su epopeya dentro del ring. “Tienes que saber cuándo es el momento de decir adiós y ahora es el mío. Ya no tengo nada que demostrar en el boxeo”, afirmaba con serenidad antes de asegurar que no tenía “tentación de ir a por el 50-0”. Pero la carne es débil, y en 2017 firmó un combate ante la popular estrella de las artes marciales Connor Mcgregor.

Un espectáculo tan lucrativo como criticado por un amplio sector de aficionados que lo consideraban dañino para este deporte por ser ‘más circo que boxeo’ y ser utilizado para maquillar su impoluto récord (50-0), con otra victoria asequible. Desde entonces, los nuevos combates realizados llevan la etiqueta de ‘exhibiciones’ y no se computan en su historial.

Las sucesivas críticas a sus apariciones nunca gustaron al apodado ‘Money’ y ello contribuyó a un giro en sus declaraciones, centrándose en el corto plazo, en lo profundo de su cartera y dejando la trascendencia en un segundo plano. “Mi filosofía es nunca dejar de conseguir dinero. El dinero está por encima del legado. Créanme, si no hago otra exhibición, puedo vivir una gran vida igual”.
LeBron es el deportista de la década, entonces ¿soy yo el deportista del siglo?
Es entendible que teniendo la opción de seguir facturando buenas cantidades dinerarias haciendo lo que más le gusta y mejor se le da, lo haga. ¿Qué hay de indigno en que Floyd rentabilice un entrenamiento abierto al público? Tal es su poder de atracción. Lo que sí es de agradecer es desvincular sus exhibiciones del boxeo profesional, evitando manchar su historial por puro marketing.

Más allá del provocativo “dinero sobre legado”, su lugar en la historia del boxeo está garantizado por méritos propios. Y lo sabe. Tal vez por esa seguridad se permita emitir este tipo de exabruptos, reclamando su necesaria dosis de atención con polémica y queriendo apartar, por ser menos rentable, la que fue su principal motivación por encima de todo, tal y como confesó años atrás.

“Quería que mi padre estuviera orgulloso. Decía: 'mi hijo romperá todos los récords', eso me quedó grabado. Hice todo lo que hice porque quería que mi propia gente estuviera orgullosa de mí. No hay nada como ese sentimiento”.

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