Stanley Kubrick es reconocido como uno de los grandes maestros del cine. Algunas de sus obras son parada obligatoria para todo amante de la historia del séptimo arte. 2001: Odisea en el espacio, Barry Lyndon o La naranja mecánica, por citar algunas, son muestra de la evolución durante décadas de su trabajo y de la calidad y consistencia del mismo. La película que traemos hoy pertenece a su primera etapa, cuando un joven fotógrafo de 25 años trataba de descubrir qué posibilidades le ofrecía el cine.
Hizo su debut en 1953 con Fear and Desire (Miedo y deseo), película antibélica ambientada en la Segunda guerra mundial. La carencia de medios, grabación amateur y su falta de experiencia, siempre avergonzaron a un Kubrick que hizo todo lo posible en vida por hacer desaparecer esta cinta. En 1955, volvió a experimentar con la creación en El beso del asesino (Killer´s Kiss), donde Kubrick ejerce, además, de guionista, productor, director de fotografía y montador. Hombre polifacético, sin duda.
Pese a ganar el premio al Mejor Director en el festival de Locarno, esta obra tampoco colmó las altas exigencias del prometedor cineasta, pero sí obtuvo más satisfacción que en su primer trabajo, mostrando el potencial de un talento todavía por pulir. En esta ocasión, el boxeo se cuela en este melodrama con todos los ingredientes propios del cine negro, cuyos personajes se movían entre el fracaso, la búsqueda del amor y los sueños rotos. El protagonista (Jamie Smith) es un veterano boxeador que se enamora de su vecina, una bailarina víctima de un jefe controlador y violento.
Los actores, poco conocidos, cumplen en sus papeles, destacando el rol de gánster representado por Frank Silvera, quien ya trabajara con Kubrick en su debut, y que formaría parte años más tarde de Rebelión a bordo, protagonizada por Marlon Brando. La mujer fatal, elemento clave en el género noir, es encarnada por Irene Kane, también conocida como Chris Chase, cuya carrera se centraría en el periodismo, llegando a escribir para el New York Times.
Hizo su debut en 1953 con Fear and Desire (Miedo y deseo), película antibélica ambientada en la Segunda guerra mundial. La carencia de medios, grabación amateur y su falta de experiencia, siempre avergonzaron a un Kubrick que hizo todo lo posible en vida por hacer desaparecer esta cinta. En 1955, volvió a experimentar con la creación en El beso del asesino (Killer´s Kiss), donde Kubrick ejerce, además, de guionista, productor, director de fotografía y montador. Hombre polifacético, sin duda.
Pese a ganar el premio al Mejor Director en el festival de Locarno, esta obra tampoco colmó las altas exigencias del prometedor cineasta, pero sí obtuvo más satisfacción que en su primer trabajo, mostrando el potencial de un talento todavía por pulir. En esta ocasión, el boxeo se cuela en este melodrama con todos los ingredientes propios del cine negro, cuyos personajes se movían entre el fracaso, la búsqueda del amor y los sueños rotos. El protagonista (Jamie Smith) es un veterano boxeador que se enamora de su vecina, una bailarina víctima de un jefe controlador y violento.
Los actores, poco conocidos, cumplen en sus papeles, destacando el rol de gánster representado por Frank Silvera, quien ya trabajara con Kubrick en su debut, y que formaría parte años más tarde de Rebelión a bordo, protagonizada por Marlon Brando. La mujer fatal, elemento clave en el género noir, es encarnada por Irene Kane, también conocida como Chris Chase, cuya carrera se centraría en el periodismo, llegando a escribir para el New York Times.
Con una duración de poco más de una hora, es una película sencilla, de ritmo sosegado hasta los últimos compases, donde acelera el ritmo con la precipitación de los acontecimientos que envuelven a nuestros protagonistas. Hace un buen uso de voz en off y flashbacks para dotar de mayor contexto y profundidad la trama, pero es la riqueza visual su punto fuerte. La diversidad de planos y lo cuidado de los mismos es una constante.
Destaca la escena del combate de boxeo. La cámara baila con los boxeadores, alterna planos generales con primera persona, consiguiendo reflejar acertadamente la sorpresa, cansancio y dolor de los contendientes. Percibir su influencia en películas como Toro salvaje, es casi inevitable. Échenle un ojo a esta secuencia y apuesto a que sacan varios fotogramas dignos de exposición fotográfica.
RESUMEN: Película breve y sencilla, recomendada para amantes del cine que gusten de conocer los primeros pasos del genial Kubrick, así como para aquellos que disfrutan del género negro ambientado en los oscuros callejones de la Nueva York de los años 50.
6/10
Fran Levaner