Aún resiste. Vasyl Lomachenko se anotó un nocaut en el 11º asalto contra el excampeón George Kambosos Jr. para reclamar el título vacante de peso ligero de la Federación Internacional de Boxeo. En Australia, hogar de su rival, Loma desconcertó al neosurgalés con sus movimientos y le fue doblegando progresivamente.
Había dudas sobre el estado del extricampeón mundial, alimentadas en cierto modo por determinadas declaraciones previas al choque en las que mostraba su lado más melancólico e introspectivo. “Si estás hablando de edades en el boxeo… estoy viejo. Claro que mi carrera casi ha terminado. Antes me evitaban, ahora todos quieren pelear conmigo porque he envejecido”.
“Quería conquistar el mundo. Estuve muy cerca de convertirme en campeón absoluto. Pero no lo conseguí porque perdí en peso ligero. Me arrebataron mi sueño, mi objetivo. No me gustaría terminar con una nota así”, se sinceraba haciendo referencia a su derrota con Teófimo López, -quien tras ese gran éxito, fue destronado precisamente por Kambrosos-.
En todo caso, este reflexivo Lomachenko de 36 años de edad, llegó al combate muy decidido y con una estrategia clara. El ucraniano fue implacable, controló el pleito y en el undécimo asalto asestó un potente golpe que superó a su rival. El orgulloso ucraniano fue el mejor de principio a fin, dominando la distancia y el centro del cuadrilátero.
A medida que pasaban los asaltos Kambrosos apostaba y arriesgaba en busca de un golpe salvador, que nunca encontró. No hubo mucho más. Lomachenko fue el mejor y mereció la victoria. Volvió a proclamarse campeón del peso ligero, título que había quedado vacante cuando Devin Haney subió de peso.
"Mi plan era adaptarme a mi rival", declaró el oriundo de Odesa tras el combate. "Esto es lo que hice en la pelea. Hacia el final de los asaltos necesitaba terminar fuerte. En los tres últimos asaltos, intenté encontrar su cuerpo. Hemos entrenado duro para este momento. Quiero dar las gracias a mi oponente. Es un hombre fuerte y un verdadero guerrero".
Kambrosos Jr elogió a su contrincante: “Es una leyenda de este deporte. Le respeto al máximo. Sabíamos a lo que nos enfrentábamos e hice todo lo que pude. No me avergüenzo. Quería terminar el combate de pie, la verdad. Lo di todo, pero no ha sido suficiente. No es ninguna vergüenza perder ante un hombre como Lomachenko".
Claro que no. El simple hecho de poder enfrentarse a una figura de la talla del europeo debe ser siempre motivo de orgullo en la carrera de todo profesional. La duda que se cierne ahora sobre Loma es si regresa para quedarse, manteniendo este nivel mostrado, o ha sido el último gran baile de uno de los mejores boxeadores de este siglo. El tiempo lo dirá, porque 'el tiempo vuela sobre nosotros, pero deja su sombra detrás'. Y la de Vasyl es alargada.